Inteligencia emocional

Mis mundos de Sofía

Casi todo comienza por una pregunta. Incluso la inspiradora letra de los Siniestro Total en “¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos?” 

“¿Qué es el ser? ¿Qué es la esencia? ¿Qué es la nada? ¿Qué es la eternidad? ¿Somos alma?¿Somos materia?¿Somos sólo fruto del azar?”

Dudas, luego existes. ¡Punk rock actitud!

Así comienza también “El mundo de Sofía” que leí allá por los 90 y cuya nueva versión cómic acaba de caer en mis manos. En cómic, todo es más sencillo.

Con una pregunta poderosa para empezar: ¿Quién eres? ¡Guauuuu! Curioso interrogante como combustible, tu capacidad de asombro, como bujía que enciende el motor de la razón.  

Al lado de “quién eres” preguntarte el “por qué” de las cosas me resulta anecdótico.

Plagada de cuestiones, incógnitas y prototipos de respuestas (siempre en versión beta, pues siempre hay una “más nueva y mejor explicación”) con Sofía he iniciado el camino en los mitos, sospechosamente humana forma de explicarse las cosas. 

He caminado por tierra, agua, fuego y aire como principios constitutivos y origen de todo. Por amor y odio, pegamento y disolvente de los elementos. Por la razón y los sentidos. Con Heráclito y Parménides. Por el “todo fluye” y nada cambia. 

Por cuevas platónicas y experiencias como fuente aristotélica del saber. Por Galileo y su heliocentrismo. Por lecciones de humildad socrática. Tomando nota del “sólo sé que nada sé”. Esbozos de respuestas a revolucionarias preguntas. Dolorosas también porque buscar la verdad, duele. Te saca de tu zona de alcanfor. 

Los mundos de Sofía están plagados de sorpresas. Sin ellas languideces, te marchitas.

Para cultivar tu capacidad de asombro. Para seguir vivo. Para enrolarte al club de los sorpresistas y convertirte a la filosofía como “soñador de combate”. 

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