Archivo por días: 24 febrero, 2009

El truco de las sesiones jungleras

Hace casi tres años editamos, después de un accidentado proceso, el primer disco de canciones grabadas durante las sesiones jungleras. Llevaba por rimbombante título “La Jungla Sonora. Conciertos” y reunía 20 canciones grabadas entre 1992 (Flying Rebollos) y 2006 (The Church, Barricada, Dominique A, Gigolo Aunts…). Me gustó la reflexión de Mikel Iturria en su blog. En su carpeta interior se contaban diversas visicitudes de estas sesiones, aparecían los rostros de nuestros sufridos técnicos y los detalles de cada canción, todo ello en euskera y castellano. En estos dos años largos han ocurrido muchas cosas en nuestra querida emisora de radio y algunas de ellas afectan directamente a nuestras sesiones jungleras. Para los que no lo conozcáis enseguida contamos el truco.

Desde nuestro traslado a la flamante nueva sede de EITB algunos elementos relacionados con estas sesiones han cambiado de manera espectacular. Ahora disponemos de una mesa de mezclas digital, mucho más completa que la que teníamos en Gran Vía. Las sesiones se graban en nuestro sistema digital, directamente en dos pistas (L+R), aunque también se guardan una copia de la edición original en Cubase, una aplicación informática para audio digital que permite guardar las pistas originales para su posterior tratamiento o remezcla; es, más o menos, un primo próximo del gran estándar Pro Tools. También se ha mejorado notablemente toda la microfonía, con modelos de gama alta de Shure o Neumann. También se han adquirido cajas de inyección, que facilitan conectar directamente a la mesa teclados, guitarras, bajos eléctricos y otros instrumentos, lo que nos permite prescindir de los amplificadores en el estudio. La contrapartida es el uso de auriculares (también tenemos unos cuantos inalámbricos), que no siempre nos resuelven el problema de monitorización. También hay que destacar el enorme esfuerzo invertido por la Casa, que ha programado unos cuantos cursillos para que nuestros técnicos se familiaricen con la sonorización de un concierto, lo que tiene muy poco que ver con llevar la realización técnica de un programa de radio, un informativo o una conexión deportiva. En el Departamento de Promoción nos han preparado, además, un cartel propio para personalizar las visitas de artistas y grupos que acuden a nuestros estudios con sus instrumentos.

Sin embargo, y a pesar de esta notable mejoría, hacer una sesión junglera tiene sus limitaciones. Radio Euskadi no es la BBC de las sesiones de John Peel ni RTVE cuando pone en marcha los conciertos de Radio 3. Disponemos de un estudio, el nº3, que compartimos con nuestros pacientes compañeros de Publicidad; pero disponemos sólo de una hora para que los músicos monten, prueben, toquen, graben y desmonten. Si la cosa es complicada pedimos a los músicos que vengan antes, para montar la batería o simplemente para hacer que los enormes amplificadores estén en el estudio antes de las cuatro de la tarde. Esa es la hora fatídica. Si en ese momento está todo más o menos organizado, podemos respirar un poco. Si, por el contrario, faltan músicos, o instrumentos, o un afinador, o una cejilla, o un cable preciso, o cualquier otro elemento necesario, empezamos con el agobio; miramos al reloj del estudio a cada minuto y se nos ocurren todo tipo de soluciones ingeniosas o peregrinas para superar los obstáculos. Nuestro objetivo es grabar tres o cuatro canciones a cada artista o grupo con el mejor sonido posible. Pero a veces las previsiones no se cumplen y todo se complica de manera dramática. Un sin vivir.  Sin embargo, y como si de brujeria se tratara, en el 95% de las ocasiones terminamos a la hora prevista, recogemos a la carrera y a eso de las cinco ni siquiera los expertos del CSI podrían determinar lo que estaba ocurriendo en ese estudio sólo diez minutos antes. Es entonces cuando respiramos. Pero no acaba ahí la aventura.

Como diría El Langui (La Excepción) el truco del manco de “La Jungla Sonora” es muy sencillo: siempre que podemos grabamos la sesión y la entrevista al menos un día antes de su emisión. La entrevista se suele grabar en otro estudio diferente, previa reserva. Pero a veces nos encontramos con algún compañero que ocupa el estudio durante cinco o diez minutos por una emergencia. No pasa nada, hoy por ti, mañana por mí. Pero es entonces cuando el artista anuncia que en diez minutos tiene que estar en otro lado. Vuelven los sofocos, la negociación, las buenas palabras. En este aspecto tengo que decir que los músicos son personas de paciencia infinita, capaces de una empatía inmediata y que siempre están por la labor. Quizá por eso no ponen mala cara cuando, sin previo aviso, les saco unas fotos para los archivos jungleros o les hago un pequeño vídeo para subirlo a YouTube, o les pido que graben un jingle en su idioma saludando a los hombres y mujeres-oreja o les pido que se hagan una foto con algún compañero que es fan del artista. Como decía, este es el truco: grabamos las canciones por un lado y la entrevista por otro, luego se trocea (en la radio lo llamamos “editar”), se ordena en un playlist (una lista de “cortes” de audio que se reproducen en el orden elegido) y luego se pone en antena como si fuera un directo. En realidad lo es, no se toca nada de lo grabado, sale con sus “gambas” o con las palabras del artista tal cual.

Y hay más trucos, qué remedio. Cuando viene un artista extranjero que no trae un traductor adecuado, optamos por la solución de emergencia: le envíamos las preguntas un día antes, generalmente en inglés o en francés, nos envía las respuestas y luego, una vez en el estudio, “dramatizamos” la entrevista con las respuestas perfectamente traducidas. Donde no llega el presupuesto llega la imaginación. Sin embargo, para quien hace un programa musical radiofónico con los contenidos habituales de “La Jungla Sonora”, pocos momentos resultan tan pletóricos como sacar una foto al invento del violinista Jon Boden (Spiers & Boden, Bellowhead) para recoger en un pequeño micro el ritmo de su pie, ver en el estudio a Jabier Muguruza rodeado de los alumnos del LIPA, el instituto de las Artes promovido por Paul McCartney en Liverpool, cantando sus canciones en euskera, ver sentado a nuestro piano a Howe Gelb (Giant Sand) con la guitarra eléctrica en el regazo mientras pasa de un instrumento a otro en la misma canción, reunir una vez más a los viejos amigos tolosarras de Bide Ertzean o compartir las molestias del teclista de Sunday Drivers, protegido por un collarín. Son viejas imágenes de hace cuatro o cinco años, pero lo cierto es que no hay semana que no disfrutemos de algún pequeño detalle por el estilo. Y eso no se paga con dinero. Son momentos para compartir con los oyentes. Y es que después de 20 años de sufridas sesiones jungleras aún no hemos aprendido; será que nos va la marcha. Hay algo más: nuestros oyentes se lo merecen, por su criterio, por su fidelidad, por su aliento, por su complicidad. Por eso os hemos contado nuestros pequeños trucos para salir adelante. Cuando cuente hasta tres los habrás olvidado y las sesiones jungleras volverán a dar la impresión de rigurosos directos. Uno… dos… y tres!!

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