El rock lleva 50 años creando melodías y es absolutamente habitual encontrar casualidades, giros, guiños, razonables similitudes entre dos o más canciones. El término “plagio”, delimitado jurídicamente a raíz del caso de My Sweet Lord, debe reservarse por cuestión de respeto para los casos más flagrantes, unos reconocidos y otros no. Esos son los que Fernando Gegúndez ha recopilado en este monográfico.
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