Esta alarma, cuando funciona correctamente, cede o se apaga una vez terminada la circunstancia que la había motivado.
En el mundo antiguo, este mecanismo servía para que el hombre se defendiera de peligros : animales, cambios climáticos, luchas y peleas entre clanes. Amenazas fundamentalmente físicas. Hoy por hoy el repertorio de amenazas ha cambiado, ya que la propia sociedad y el ritmo de la misma generó nuevos factores que predisponen al estres: el miedo a perder el trabajo, preocupaciones por el dinero, conseguir la felicidad y bienestar con un modelo impuesto que no respeta las verdaderas necesidades, sentirse seguro etc. Y estas “nuevas amenazas” no son como las antiguas que desaparecían prontamente. Por el contrario, se extienden en el tiempo y van en el día a día dejando huella.
Podríamos decir que el “estres moderno” por llamarlo de alguna manera, se nutre de los pensamientos (arma de doble filo que nos llevan a preocuparnos por cosas que tal vez nunca pasen). Pero como todo, esto tiene una contracara. De la misma manera que los pensamientos puede estresarnos, son ellos mismos los que pueden sacarnos de ese espacio y volver a reencontrarnos con la calma y así, con nosotros mismos. Curiosamente, la mente puede ser socio que trabaja a nuestro favor, o enemigo que nos destruye.
Decía Patanjali: “El yoga frena las fluctuaciones de la mente” . Y es aquí el punto de partida para tal vez, elegir esta forma de vida. Nuestra mente, es como un niño pequeño. Los yoguis la llaman “mente del mono”: salta de un pensamiento a otro, sin detenerse, en un discurrir continuo de cosas para hacer, miedos, preocupaciones, alegrías, fantasías, recuerdos… La mente salta de un lado a otro mientras el cuerpo, recibe de alguna manera los efectos físicos de tal actividad.
Generalmente, la mente está llena de pensamientos repetitivos y automáticos, que salen casi disparados como por un resorte (samskaras mentales). La mente del mono peca de ignorancia al estar siempre o en lo que pasó o en lo que pasará, estando desatenta al momento presente (muchas prácticas sencillas como concentrarse en el respirar, o seguir con la consciencia el movimiento, nos entrenan en el estar en lo presente, contrarrestando esta tendencia a saltar de un lado al otro con los pensamientos)
Las distintas técnicas de relajación y la práctica misma durante una clase por ejemplo, son herramientas para pararnos frente al estres y dejarlo en el lugar que le corresponde: un mecanismo de defensa ante los peligros (internos o externos) pero que cesa cuando el peligro desapareció.
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