Cantar en un coro. Del singular al plural y del plural al singular

Recuerdo el día en que el director de un coro me invitó a participar. No para quedar como componente estable, sino para vivenciar la experiencia del coro. En aquellos tiempos de juventud, manejaba desprolijamente la voz. Simplemente cantaba porque me gustaba, y el propio canto era para mi momento de gozo. Y si bien no desafinaba, no tenía la menor idea de lo que era compartir un espacio de vibración sonora con otros.

Y ese día, lo que menos hice fue cantar. En los ensayos previos,  los componentes me animaban y decían que estaba correcta mi intervención. Hasta tuve la desfachatez de pensar que  era muy fácil! Todo estaba correcto. Cada pieza… en su lugar. Mi ánimo, tranquilo, despejado. Mi mente, totalmente conciente de las intervenciones, voces… No era tan complicada la cosa cierto?

Y llegó el momento. Ese momento que el director me había propuesto como un regalo pues bien sabía de mi amor por el canto y quiso obsequiarme la experiencia.

Todo estaba en su lugar, y cuando digo en su lugar me refiero hasta la ubicación que cada uno teníamos, agrupados por nuestras tipo de voz. Esta “clasificación sonora” quiso que quedara justo en el centro. (ajena a lo que ocurriría, ¡hasta estaba contenta por la vista que tenía de la gente!).

Y el coro… empezó a cantar. El coro empezó a respirar. Su primer nota fue como el sonido de algo nuevo que me llamó la atención. Empecé a escuchar y perdí la noción de que eran casi treinta personas cantando. Todos juntos formaron una nueva unidad que me emocionó. Estaba clarísimo que no estaba preparada para ello porque se acercaba el momento de cantar y yo estaba con los ojos cerrados disfrutando. Esta nueva unidad era como un órgano humano. Y cuando digo órgano, me estoy refiriendo al instrumento musical. Cada uno, era un tubo del órgano que respiraba, vibraba. El sonido me penetraba y la jaula de pájaros se alteraba. La partitura musical se presentaba como un ejemplo del trabajo en equipo.

Se me antojó pensar que las corcheas eran la muestra de que trabajar con otro, al unísono, podía dar nacimiento a algo nuevo… ya no canté. Solo escuché. Impactada por un sustantivo colectivo! La palabra coro tomó una nueva dimensión. No eran nombres individuales que cantaban. Eran un coro…era un “singular” en lugar de un plural.

El día que estuve en un coro, aprendí la importancia de que en algunas ocasiones, nosotros, los “singulares” nos transformamos en un grupo. Y ese grupo se transforma otra vez en singular cuando todos juntos conformamos algo nuevo. Y ese grupo no es una mera sumatoria de gente sino  una unidad nueva con posibilidades propias. Y esa nueva unidad, es un nuevo singular.

El coro me mostró la posibilidad que tenemos de pasar de ser singulares a plurales, y de plurales otra vez a singulares. El permitirnos cambiar se manifestó como un acto de elección.

1 thought on “Cantar en un coro. Del singular al plural y del plural al singular

  1. Jon

    ¡Oh! me ha encantado. De verdad. Ojalá todos pudieramos ser participes de algo tan emocionante. Gracias por esta mezcla de singulares y plurales.

    Responder

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