Archivo por días: 25 abril, 2011

Libros 1

codiceSeres racionales al fin, luego de tanto trabajo que nos dio ponernos de pie, descubrimos la necesidad de dejar en algún lado nuestros legados. Legados por cierto que van desde lo banal y superficial  hasta lo profundo .Todos con aspiración a quedar en algún lugar para que los que vinieran detrás pudieran reconocernos en nuestra producción.

Ya desde las cavernas queríamos comunicar? Posiblemente  en el paleolítico ya encontramos la semilla de los libros. Y me estoy refiriendo a la intención de dejar fuera de uno lo que pasa en nuestro interior. En aquellos tiempos en forma de pinturas rupestres: ¿simbolismo? ¿magia? ¿querer capturar energía de la naturaleza? No lo se con seguridad, pero algo me orienta a pensar que el origen del libro se encuentra allí.

Hoy por hoy, tal como nos sugiere la definición de la UNESCO un libro es una obra impresa que tiene que tener para ser concebida como tal más de 49 páginas para no quedar como un folleto.

Con el paso del tiempo, fuimos cambiando las superficies que recibían nuestros pensamientos, historias, miedos…. De la piedra al papel, pergamino, vitela…. Materiales que nos permitieran dejar por escrito nuestras convicciones, ideas, y nuestra propia cultura.

Donde estará el punto en que decidimos dejar las cosas escritas o dibujadas no lo se. Pero llevarnos a cuestas las cavernas no era nada fácil asique en algún momento nos habremos planteado tener algo más cómodo. Y en esos intentos pasamos por el pergamino, el papel vitela, hasta materializar los primeros libros o los primeros códices.

El libro como una de las primeras maneras de viajar, ya que nuestros legados escritos trascendieron espacio y tiempo Y lo escrito ayer, cuando un lector lo lee, cobra vida otra vez haciéndonos viajar afuera de nuestro momento presente. Libros como máquinas del tiempo que nos cuentan el ayer o el futuro, ese instante que aparentemente no existe pero que en la cabeza del escritor ya existió…..

“Me seduce la forma de una ciudad”, poema de Valeriano Gonzáles Alfonso

Me seduce la forma de una ciudad.

Su sensualidad tramada entre los edificios.

Columpiada junto a los pasos….

De peatones, el tramo ancho de la magia:

La sed… Bebiéndose de a poquito…

Mujeres y hombres:

claroscuros anónimos.

Me seduce este recreo de formas:

y las paredes pintadas…. La prisa

de ciertas muchachas en sus ganas

por seducir… el doblar esquinas

y descubrir reflejos increíbles:

incluso la burla miserable.

Me seduce la lluvia de amor susurrante

acostumbrado a todo clamor de bosque

vivo. Y el baile…

sobre las ramas del árbol prohibido.