Viticultor: un ejemplo de respeto a los ritmos naturales

viticultorYa te dije que hablaría de esta tierra desde otra mirada: la de mi corazón. La Rioja Alavesa como la tierra del respeto de los ritmos naturales. Respeto que lleva en si mismo la palabra paciencia.

Para transformarse en una zona que es una ventana al mundo en cuanto a la producción de vinos, han tenido que aprender a fundirse con lo que la propia tierra les mostraba. Observar sus posibilidades, sus potencias y limitaciones. Y esto, no es tarea de un día.

Encontrarse con el suelo, reconocer sus características como una cuna perfecta para las vides habrá sido seguramente tiempos de ensayo/error, hasta que las primeras plantas crecieron a la espera de la prepoda y poda que les tocaría más adelante. Podar… sarmentar….labrar y volver a plantar. Mientras el tiempo discurre y el hombre espera. Y en esa espera reconoce esos ritmos naturales a los cuales no puede faltarle el respeto. Solo puede ayudarlos, acompañarlos enriqueciendo con los abonos elegidos. Esperar, mirar y porque no….contemplar.

El suelo, el hombre y el clima. Porque esta última variable contribuye al enriquecimiento de este aprendizaje del respeto de los tiempos. Respeto que perdimos entregándonos de lleno a la cultura de lo rápido. Pero allí está la Rioja Alavesa recordándonos que muchas de nuestras producciones como seres humanos, requieren de saber cultivar, esperar y luego si disfrutar del fruto de un proceso.

El trabajo del viticultor es una muestra de ello: sarmentar, labrar, plantar, injertar, abonar, esperguar, sulfatar, desnietar, despuntar, azufrar…. Y cuantas palabras más podría mencionarte que no hacen mas que remarcar el trabajo hecho con esmero y con esfuerzo?

Solo quiero acercarte una propuesta: una intención especial en tu próxima copa de vino. Brinda en honor al respeto de los ritmos naturales, y estarás brindando por la manera de trabajar que debe tener el viticultor. Esas personas que ponen de alguna manera uno de los primeros eslabones en el mundo del vino.
Con la vendimia, entregan a “sus hijos” (los frutos) concientes de que otra vez, comenzarán con la misma lección de respeto del ritmo: preparar parcelas, prepodar, podar…y así comenzar otra vez el circulo del buen trabajo.

Se abre la jaula de pájaros… y me pongo a pensar. Y si imito en su tesón, constancia, conocimiento y no se cuantas cosas más al viticultor, pero aplicándolo a mi desarrollo personal? Seguramente nosotros también podremos sacar de nosotros un elixir maravilloso

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