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Por los siglos de siglos… ‘En el monte Gorbea’

‘En el monte Gorbea, en lo más alto, hay una cruz de amor’

Garazi Ramos.- Comenzaba así una de las grandes obras de Ruperto Urquijo Maruri, y así se consagraba como uno de los principales poetas de Llodio del siglo XIX.

Su infancia estuvo dedicada a las labores del caserío. Mientras guardaba el ganado por las laderas del Kamaraka y Ganekogorta, se aficionó a la música. El canto de las malvices y las alondras fueron los que le indujeron a plasmar las notas que salían de su flauta, en papel.

En los acebos tallaba alegorías. En los avellanos graciosas figuras. El bosque le hablaba… Su flauta cantaba…

La gente se hace una foto con Urquijo,  cómo sea.  Fotografía de  Inocencio Goikuria

La carrera de todo gran artista ha de sufrir contratiempos:

La música no estaba muy bien vista por aquel entonces, por lo que fue su padre quién le prohibió dedicarse a ella. No era un oficio con el que poder alimentar a sus hijos, así que su primogénito se lo llevó a una ebanistería para que aprendiése el oficio. Así es como acabó trabajando como ebanista en un taller en la calle Zabala de Bilbao.

Hermano del que fue uno de los alcaldes de Llodio o de uno de los directores  de la banda municipal de Santurtzi, tuvo, finalmente la oportunidad de aprender música con el organista de la parroquia de San Pedro de Lamuza, Félix Gómez de Segura e Irimo.

Curiosidades:

  • Fue corneta, batalló en la Guerra de Cuba y se le fue otorgada la Cruz de Plata, una condecoración al mérito militar. Aunque lo que más feliz le hizo en esta época de su vida fue interpretar el ‘rompan filas’ con su cornetín en la plaza de toros de Santander a su vuelta de Cuba.
  • La misma imaginación que tenía para la música, la demostraba, también tallando madera. Logró un premio gracias a una cama con la que consiguió solventar una necesidad de espacio para un domicilio con estructuras irregulares. Lástima que le retiraran el premio tras creer que le había robado la idea a otro empleado.
  • En la misma muestra presentó la puerta giratoria en forma de maqueta. Algo que podría haber conocido durante su estancia en Cuba. Al parecer, el propio Alfonso XIII quien visitó la exposición, no resistió la tentación y pulsó la puerta para hacerla girar. Más adelante, la Unión Minera de Bilbao quiso instalar una de esas puertas en la sede de  su asociación de la capital vizcaína.
  • Compuso ‘En el Monte Gorbea’ en Areatza, un pueblo vizcaíno al que acudia junto a su familia para poder disfrutar de las aguas del Balneario de la localidad. Allí, conocío a Luciano, un pastor que estaba enamorado de Clara y que aseguraba que se encontraba con su amada en el Gorbea, bajo su cruz.
  • Es por ello por lo que el autor denominó a la obra ‘El Monte Gorbea’, Luciano y Clara. El motivo de que hoy se conozca como Monte Gorbea es gracias a  que el maestro Aramburu rebautizase la canción en 1940.
  • Sus familiares han llegado a asegurar que cuando el Athletic de Bilbao jugó en Sudamérica, los aficionados vascos coreaban la canción de Urquijo como si del himno nacional se tratase.

Digan lo que digan, en el fondo somos unos románticos:

Se trata de una bonita historia de amor que cada una la canta cómo quiere, y dónde puede:

Laudio-Llodio:
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