El otro día fui al cine a ver “El erizo” de Mona Achache y disfruté mogollón. Es una joya de film nada ñoña ni sentimentaloide. Esta película es una reflexión bastante lúcida sobre algunos temas cotidianos: la incomunicación, la afinidad, la sensibilidad, la mediocridad, la familia, la cultura, la muerte… pero, sobre todo, acerca de la soledad y de los mecanismos que utilizamos para evitar reconocerla. La rareza de los personajes es un arma de doble filo: permite composiciones inéditas pero deja un poso de inverosimilitud.
Los tres personajes están solos, pero sus soledades son diferentes: la de la niña se debe a la incomprensión del medio (aprovecha esto para criticar a la sociedad en que vive); la de la mujer, a su desconfianza de poder relacionarse con sus iguales culturales; la del hombre japonés, a sus circunstancias espacio-temporales. El engarce entre ellos es lógico aunque, de inicio, un poco forzado. Su relación es a tres bandas, Se puede decir que las personas afines se reconocen a medida que se encuentran.
Adaptación musical buena. La escena del baño es genial.
¡FELIZ SEMANA, TESOROS!
Mentxu