Ser resiliente

La resiliencia, según la definición de la RAE, es la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas. No obstante, desde la psicología podemos añadir que salimos fortalecidos de ellas.

La resiliencia implica reestructurar nuestros recursos psicológicos en función de las recientes circunstancias y de nuestras necesidades. Por consiguiente, las personas resilientes no solamente son capaces de sobreponerse a las adversidades que les ha tocado vivir, sino que van un paso más allá y pueden utilizar dichas circunstancias para crecer y perfeccionar al máximo su potencial.

Podemos decir que las principales características de las personas resilientes son:

– No intentan controlar las situaciones. Las personas resilientes saben que es imposible controlar todas las situaciones y han aprendido a vivir con la incertidumbre y se sienten cómodos aunque no tengan el control.

– Afrontan la adversidad con humor. Son capaces de reírse de la adversidad y sacar una broma de sus desdichas. La risa es su mejor aliada porque les ayuda a mantenerse optimistas, les libera y les permite enfocarse en los aspectos positivos de las situaciones.

– Son tenaces en sus propósitos. Estas personas tienen una motivación intrínseca que les ayuda a mantenerse firmes y luchar por lo que se proponen.

– Son conscientes de sus potencialidades y limitaciones por el autoconocimiento. Por consiguiente, pueden trazarse metas más objetivas que tienen en cuenta sus necesidades y sueños, así como los recursos de los que disponen para conseguirlas.

– Asumen las dificultades como una oportunidad para aprender. Asumen las crisis como una oportunidad para generar un cambio para aprender y crecer. Saben que esos momentos no serán eternos y que su futuro dependerá de la manera en que reaccionen.

– Son creativas. El resiliente transformará su experiencia dolorosa en algo bello o útil.

– Se rodean de personas que tienen actitudes positivas. Las personas resilientes saben cultivar sus amistades, de esta manera, logran crear una sólida red de apoyo que les puede sostener en los momentos más difíciles.

– Ven la vida con objetividad y a través de un prisma optimista. Son conscientes de que nada es completamente positivo ni negativo, se esfuerzan por centrarse en los aspectos positivos y disfrutan de los retos.

– Son flexibles ante los cambios. No se cierran al cambio y siempre están dispuestas a valorar diferentes alternativas, sin aferrarse a sus planes iniciales o a una única solución.

– Buscan la ayuda de los demás y el apoyo social. Cuando pasan por un suceso traumático su primer objetivo es superarlo y son conscientes de lo esencial del apoyo social y buscan ayuda profesional cuando lo necesitan.

– Practican la conciencia plena. Tienen el hábito de estar plenamente presentes, de vivir en el aquí y ahora y de tienen una gran capacidad de aceptación. Aceptan las experiencias tal y como se presentan e intentan sacarles el mayor provecho.

– Son conscientes de que las actitudes resilientes son cauces para atajar los miedos.

– Se perciben con una buena autoimagen, esto ayuda a tener una buena autoestima y pueden comprenderse mejor.

¡INTENTEMOS SER RESILIENTES, NOS IRÁ MEJOR!

Mentxu

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