Los medios los nombran de forma constante, la clase política teme su reacción cada vez que toma una decisión y los comentaristas de turno los invocan cuando pontifican sobre tal o cual medida. Me refiero a los mercados. Ese ente al que todo el mundo se refiere pero que nadie sabe definir llegado el momento ¿Quiénes son los mercados? ¿Para qué sirven?
Los mercados no son otra cosa que millones de oferentes y demandantes que intercambian bienes, servicios e información. Una suerte de inteligencia colectiva que lubrica y asegura el funcionamiento de la economía.
Según los que defienden la hipótesis de los mercados perfectos, éstos se comportan de forma racional, valorando los bienes de forma correcta y reflejando toda la información disponible a través de los precios. Por otra parte, los detractores de esta idea opinan que los mercados no son eficientes y tienden a crear burbujas, por lo que necesitan vigilancia y regulación.
Para los primeros los mercados se parecen a una persona totalmente sana que para operar solo necesita un poco de agua y vitaminas, mientras que los últimos creen que se comportan más como alguien con trastorno bipolar, oscilando entre la euforia y la depresión.
Aunque los mercados estén compuestos por millones de oferentes y demandantes, existen ciertas empresas e instituciones que pueden, en base a sus decisiones, influir en la marcha de la economía internacional. A continuación se muestran agrupadas en tres epígrafes:
Tras el derrumbe financiero global de 2008 los mercados se han erigido en árbitros de las decisiones políticas y las medidas de austeridad radical que se han implementado, lo que ha generado el rechazo de un significativo sector de la ciudadanía.
Lo que no hay que olvidar es que los mercados son un mecanismo necesario para, entre otras cosas, convertir el ahorro en inversión productiva, espolear la innovación y realizar valoraciones de empresas y activos a través del mecanismo de fijación de precios.
Pero para ello deben funcionar correctamente, algo que no está claro que ocurra hoy en día, por lo que es necesario que la ciudadanía recupere el control de los gobiernos, y los gobiernos el control de los mercados. Mientras tanto, si va a actuar como oferente o demandante de cualquier tipo de bien, es preciso no olvidar la frase de Keynes en la que afirmaba que “el mercado puede permanecer irracional más tiempo del que usted puede permanecer solvente”.
Iñigo Calvo Sotomayor
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