Eudora Welty, “La hija del optimista” y el viejo sur.

El misterio, pensó Laurel, no radica en lo poco que conocemos a quienes nos rodean, El regreso de Eudora Weltysino quizás en lo mucho que los conocemos realmente”. Esta reflexión de la protagonista de esta novela condensa toda la intención de una obra que fue galardona con el Premio Pulitzer en el año 1973. Su autora Eudora Welty participa de la tradición de la más brillante novela sureña junto con autores como William Faulkner, Truman Capote o Carson MacCullers.

La hija del optimista (IMPEDIMENTA) relata una historia nada extraordinaria, en principio. Laurel, una mujer viuda de mediana edad cuya personalidad y circunstancias se desvelan de forma muy medida, viaja a Nueva Orleans para cuidar de su padre, un juez ya jubilado, que es ingresado para someterse a una operación. El juez no saldrá con vida de ese hospital y Laurel debe emprender un viaje de vuelta a casa, con el féretro de su padre, y con la compañía de la segunda esposa de éste: una mujer frívola, torpe y cándidamente egoísta.
Una vez en la casa en la que creció, Laurel se reencontrará con sus antiguos conocidos y con su pasado, en el que no todo quedó absolutamente cerrado. La novela, entre otras cosas, habla sobre la perspectiva que otorga el paso del tiempo y, de alguna manera, sobre la honestidad. “¿Hay alguien –se pregunta la protagonista– que al ver dormida a otra persona pueda estar absolutamente seguro de que ha sido justo con ella?” Esta novela no responde explícitamente a esa pregunta pero, sin duda, ofrece mucho más que una respuesta.

 

Txani Rodríguez

 

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