Vio la camiseta en el armario y tras dudar un instante, se la puso con decisión. Las supersticiones son eso, supercherÃas. Esa camiseta no daba mala suerte. ¿Cómo podÃa siquiera pasársele por la cabeza?.
La verdad es que fue un dÃa de mierda. Pero tantos eran asÃ. Vamos a ver, ¿acaso habÃa discutido con su mejor amigo por la camiseta? No fastidiemos. ¿Acaso le habÃan abierto expediente por la dichosa prenda?, ¿tuvo algo que ver en la solicitud de divorcio? No por dios, eso estaba ya cantado. Asà que al final del dÃa, harto ya de desastres se emborrachó en soledad y su coche cayó por un terraplén hasta hundirse en el mar. Incluso entonces cuando daba vueltas dentro del coche, cuando la pelÃcula de su vida se le proyectaba a gran velocidad, se negó a culpar a cualquier fetichismo. Hizo bien, aquel surfer sorprendido pudo sacarle del coche tras descender buceando y tirar con fuerza de la providencial camiseta con un 13 en la espalda.
Roberto Moso
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