Los teléfonos móviles, la fama y Daniel Hehlmann

Hace un par de años un autor alemán llamado Daniel Kehlman (Munich, 1975) nos encandiló y encandiló a toda Europa con su novela La medición del mundo. La novela narraba la historia de una pasión que recorrió Europa en el siglo XVIII, la pasión por el conocimiento, cuando decenas, centenares de personas, descubrieron que la razón, por fin, podría ayudarnos a entender el mundo. Esas personas se dedicaron a formular preguntas y a responderlas, para saber cómo era en realidad el mundo, fuera de las interpretaciones religiosas. A esa labor aquellos científicos se enfrentaron de dos maneras diferentes. Unos salieron al exterior y midieron el mundo físico estando allí: fueron los grandes viajeros que recopilaron datos y pruebas. Los otros se enfrentaron a sí mismos y buscaron en el interior fórmulas que ayudaran a resolver las grandes cifras: fueron los matemáticos que en sus casas formularon teorías deslumbrantes cercanas a la alquimia. La novela arrancaba en 1828 y se centraba en las figuras del gran matemático y astrónomo Carl Friedrich Gauss y del gran naturalista y viajero Alexander von Humboldt. Humboldt viajó desde joven por todo el mundo, principalmente por Latinoamérica, y escaló montañas, navegó ríos y recorrió desiertos y selvas para recoger muestras, medir cosas y ser el primero en llegar a sitios donde se suponía nLIBRO.Famaadie había llegado. Gauss, sin embargo, prácticamente no salió de su ciudad, pero viajó casi más que Humboldt, por los vericuetos interiores de su agudo y brillante pensamiento, para extraer las verdades, los teoremas y fórmulas, que hasta entonces nadie había extraído. El libro de Kehlmann era prodigioso. Ante nuestros ojos consigue con maestría recrear un mundo que creía que los descubrimientos científicos iban, por fin, a aclarar todos los misterios y posibilitar el desarrollo de la Humanidad, la llegada del Paraíso a la Tierra.

En su nuevo libro Fama (ANAGRAMA)  Daniel Kehlmann se olvida del pasado y se centra en el presente para intentar responder a la pregunta de por qué el hombre moderno persigue ser famoso. Lo hace a través de nueve relatos independientes entrelazados sutilmente por varios personajes que se repiten en las historias, y por un elemento común, la presencia constante del teléfono móvil. El móvil es aquí el indicador de la fama. A través del móvil un hombre corriente se hace pasar por un actor famoso. Cuando no suena el móvil el actor famoso se transforma en un don nadie. A través del móvil un escritor encumbrado se libra de un viaje de promoción infame. Cuando su móvil se queda sin batería la mujer que sustituye al escritor encumbrado se encuentra a la deriva. A través del móvil un ejecutivo consigue estar con dos mujeres a la vez y no volverse loco. Cuando su móvil se queda sin conexión el subalterno del ejecutivo al que sustituye en un congreso organiza el Apocalipsis en el que acaba cayendo su propio jefe. Al final todos los cuentos se unifican de manera sorprendente.

Kehlmann es un analista certero de la realidad: sutil, ingenioso, agudo e irónico. A veces lo que nos cuenta es irrisorio, pero otras veces es tremendamente trágico. Son las dos caras de la personalidad humana. Sus historias nos conmueven, pero también nos encolerizan, nos hacen pensar, y reír y llorar. Sus personajes son a veces odiosos y a veces cercanos, casi siempre patéticos. Kehlmann se apiada de ellos, los comprende, aunque raramente los justifique. El libro es como un juego en el que los lectores, demasiadas veces, nos sentimos identificados. La vida y todo lo demás.

Enrique Martín

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