Sam Savage, la vida después de “Firmin”

Hay algunas partes muy farragosas en este libro. Son las que corresponden a una novela que está escribiendo el protagonista. Nuestro hombre es un tipo que está convencido de que sus capacidades no son apreciadas por otras personas, por lo que no es extraño que su trato con el mundo sea de superioridad ante la mediocridad general, ante la dificultad de que un auténtico genio sea comprendido por individuos vulgares. Dirige y edita una revista literaria en la que ejerce de juez de escritos ajenos, muchos de los cuales tiene que rechazar porque no tiene espacio para publicarlos, algo absolutamente normal si tenemos en cuenta que la revista es, prácticamente, un folleto. No es mal tipo, se empeña en escribir notas de rechazo que potencien las presuntas virtudes del estilo de sus corresponsales y se disculpa por no poder dar salida a sus ambiciones literarias. Trata, al mismo tiempo, queda dicho, de escribir una novela, un horror donde se mezclan sus carencias con las circunstancias que va viviendo. Y es que su vida no va mejor que su literatura: la ruina económica le acecha, sus inquilinos no le pagan la renta, su casa se desmorona, su mujer le ha dejado, sus vecinos le vigilan, los medios de comunicación de su pueblo le ignoran, sus amigos no responden a sus cartas o lo hacen negando sus peticiones, su proyecto de gran convención de las letras con autores supuestamente famosos no encuentra viabiliLIBRO.El lamento del perezosodad.

Todo eso y mucho mas lo cuenta nuestro héroe a través de unas cartas a mitad de camino entre la llamada de auxilio y la prepotencia infantil. Sam Savage es un escritor muy literario, les recuerdo que su anterior novela es Firmin, la historia de aquel ratón de biblioteca con multitud de referencias a títulos y autores, que ha llegado a la escritura de libros después de haberse leído todos los demás. Si su anterior libro era una declaración de amor a la buena literatura esta novela es el retrato del escritor torpe, ese que jamás llegará a crear una obra no ya interesante, sino siquiera presentable. Es un buen truco eso de tener como voz narrativa la de un mal escritor, te puedes permitir escribir mal. Pero debe ser difícil hacerlo porque al mismo tiempo tienes que presentar ideas, personajes, situaciones y páginas que, además de estar escritas de manera desmañada, deben tener su gracia porque esta es una novela que parece ser humorística. Y patética, porque nuestro hombre se niega a aceptar su condición y se enfrenta a la conspiración que el mundo ha urdido contra él, a pesar de que todas las evidencias apuntan a su mediocridad y al desinterés de los supuestos conspiradores.

Una buena muestra del carácter del protagonista es la nota en la que informa a sus corresponsales de que la revista no puede seguir adelante, que su ruina económica le impide mantener sus delirios literarios, escrita como una carta aséptica en la que se cuelan algunos resentimientos. El lamento del perezoso (Seix Barral) es una novela que se lee rápidamente porque las desgracias de su protagonista son materia disfrutable, pero podemos preguntarnos cuantas personas la recibirán como una fantasía improbable. Y es que parece imposible que alguien se haga pasar por una persona con capacidades e influencias muy superiores a las propias y que llegue a mandar cartas a los periódicos alabando sus propias virtudes. ¿Imposible? Sam Savage es un tipo agudo y sabe de lo que escribe. No le menosprecien. Aunque quizá El lamento del perezoso hubiera quedado mejor con algunas páginas menos. Pero esto es solo la opinión de alguien que ya empieza a considerar excesivos todos los libros. Ustedes mismos.

Félix Linares

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