Fue un gran beso, el beso perfecto, el que toda su vida habÃa soñado como tal. Tuvo la duración ideal, la intensidad imprescindible, la adecuada colaboración mutua… un beso excelente, sublime, difÃcil de superar. Por eso le jodió tanto cuando escuchó aquella desagradable orden:
– ¡Corten!
Roberto Moso
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En tan pocas lÃneas un texto cojonudo. Enhorabuena!