De pronto llegó el apagón y le pilló plantado ante la tele. Al principio permaneció perplejo ante la pantalla y tras un rato de silencio expectante fue descifrando su tenue reflejo en el viejo aparato. Su imagen filtrada por esa oscura y cóncava luna le mostró un espectro lánguido de expresión mortecina, con dos cavernas oscuras en lugar de ojos. Claro, pensó, ahora comprendo el sentido de esa histérica sucesión de imágenes chirriantes.
Roberto Moso
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