“La fiesta salvaje”: los años veinte recuperados

Como cuenta en el prólogo el ilustrador de este libro, el genial Art Spiegelman, este largo poema narrativo es “una tragedia dura y realista de la época del jazz narrada en pareados sincopados”. Un libro publicado en 1928 que tuvo muchos problemas con la censura por su elevada temperatura erótica y que permaneció en el olvido hasta que los nuevos vientos liberadores de los sesenta lo sacaron de su ostracismo. El libro tuvo una gran influencia en una generación de escritores. El libertino y desmadrado William Burroughs le contó a Spiegelman que La fiesta salvaje (Mondadori) fue el libro que le “hizo querer ser escritor”.

Joseph Moncure March nació en Nueva York en 1899 y fue un poeta y ensayista muy conocido en los círculos culturales y periodistas de la ciudad. Trabajó un tiempo en The New Yorker y el éxito minoritario de este libro y de The Set-Up le sirvió para ser contratado por LIBRO.La fiesta salvajeHollywood, donde llegó a ser guionista y trabajó con el magnate Howard Hughes. Tras dejar Los Ángeles pasó a escribir documentales para el departamento de estado y columnas para el The New York Times. Murió en 1977 olvidado por todos. March fue improvisando La fiesta salvaje en el verano de 1926, delante de sus amigos, pero no encontró quien se lo publicara hasta dos años después.

La acción del libro transcurre en menos de veinticuatro horas y cuenta como la bailarina Queenie y su brutal amante Burrs montan una fiesta en su pequeño y destartalado apartamento. A ella acuden desde gente de la alta sociedad a buscavidas profesionales y personas de mal vivir. Son los locos años veinte, antes de que el crack del 29 y el ascenso del fascismo acabaran con la fiesta. Entre tanto crápula y cínico sin escrúpulos florece una inesperada historia de amor entre Queenie y uno de sus invitados Black, un hermoso e inocente mancebo. Pero el malvado Burrs y sus celos acechan entre la pequeña muchedumbre que se desmadra al compás de la música, la droga y el alcohol.

Moncure March escribió un libro musical, de una dulce cadencia, con poemas que recuerdan a estribillos de canciones, pegadizas y sencillas. Un poema donde se aúna la indecencia y la inocencia. Una historia de amor que termina abruptamente con un verso inolvidable “La puerta se abrió/ y la policía irrumpió”.

Comentario aparte ha de hacerse del trabajo como ilustrador de Art Spiegelman, el creador de Maus. Es sencillamente soberbio. Su dibujo brillante, sus asombrosos claroscuros, sus personales grises. Y los retratos que hace de cada personaje. Rozan la perfección y elevan el trabajo literario de Moncure March.

Pese a la deficiente traducción de algunos versos, pese a la aparición de algunos extraños fallos tipográficos y pese a que no se ha publicado el texto original en inglés como ya sucede con cualquier libro de poemas, esta edición es una auténtica maravilla, que hará las delicias de los amantes de la poesía, de los que no lo son y de aquellos a los que les agrada tener un libro hermoso entre las manos.

Enrique Martín

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