Los mundos fantásticos para todos los públicos de Cornelia Funke

Tras la exitosa trilogía Mundo de Tinta, la autora alemana afincada en Nueva York, Cornelia Funke regresó hace unos días con la novela juvenil Rekless. Carne de piedra, que se anunció también como la primera parte de una nueva serie. Un par de datos para ilustrar el carácter esdrújulo del asunto: la revista Time ha elegido a esta autora como una de las personas más influyentes del mundo; de sus libros se han hecho películas, obras de teatro, exposiciones. Lo cierto es que millones de lectores han esperado este trabajo que ahora se presenta también en euskera traducido por Aiora Jaka, bajo el título Rekless. HarLIBRO.Recklessrizko haragia (Elkar). Estamos ante una edición cuidada que incluye también los dibujos realizados por la propia Funke. En esta ocasión, ella ha trabajado muy estrechamente con el productor de películas como Harry Potter o Sherlock Holmes, Lionel Wigram, que será encargado de llevar esta aventura a la gran pantalla. Pero hablemos de la historia: los protagonistas son los hermanos Jacob y Will; si sus nombres les remiten a los hermanos Grimm, habrán dado en el clavo porque la autora se ha inspirado en los cuentos de estos míticos escritores. Bien, el padre de los chicos murió y aunque no deben entrar en su despacho, el mayor decide hacerlo y allí se encuentra un espejo que, descubierto cierto trámite, le introducirá en un mundo mágico y algo tenebroso. Como era de esperar, una noche el pequeño Will lo sigue. El resultado de esa audacia será un terrible maleficio: la carne se le convertirá en piedra. Será entonces cuando Jacob libre una batalla contra el tiempo para ayudar a su hermano. Las aventuras se sucederán, y por las páginas del libro desfilarán criaturas maravillosas- hadas malignas, soldados de piedra, duendes- y lugares de cuento, algunos referenciales.

La novela, por lo demás, está escrita con un estilo muy sencillo y no termina de inaugurar un universo propio. Sin embargo, si su pretensión es, simplemente, entretener al joven lector, podemos aventurarnos a decir aquello de “misión cumplida”.

Txani Rodríguez

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