Los escritos irreverentes es un buen título, por ajustado, para el libro de Mark Twain que recientemente ha publicado la editorial Impedimenta. El autor de Huckleberry Finn evidencia en estas páginas su profundo escepticismo religioso, algo que en un país como Estados Unidos le causó más de un problema. “Cuando prohíben un libro mío en alguna biblioteca donde tienen la Biblia al alcance de cualquier joven indefenso, la ironía de la situación me parece tan sangrante que, en vez de enervarme, me divierte”, explicó Twain. Sobre la Biblia, en esta misma publicación, escribe: “El libro está lleno de interés. Tiene poemas elevados, fábulas ingeniosas, pasajes de historia sangrienta, algún que otro principio moral, una profusión de obscenidades y más de mil mentiras”. Como decíamos, es, en verdad, un libro irreverente sobre todo si tenemos en cuenta que estas páginas fueron escritas entre 1870 y 1909.

El volumen ahora publicado recoge todos los textos de contenido bíblico presentados tal y como los seleccionó y organizó el primer editor de los mismos, Bernad DeVoto. Se respetan por tanto los tres apartados en los que se dividió entonces: Las Cartas de Satán desde la Tierra, Los apuntes de la familia de Adán –donde se incluye la célebre Autobiografía de Eva– y Carta desde el Cielo. En estas diatribas destacan, sin duda, el humor, la sátira y la parodia. Es evidente que Twain, se lo pasó en grande escribiendo unos textos cuya publicación consideraba inviable. En eso, afortunadamente se equivocó. Otras veces, parece que quienes estamos en un error somos nosotros. Sucede cuando se lee un libro como éste, que podría haber sido escrito esta misma mañana, y nos parece imposible que este año vayamos a conmemorar el centenario de la muerte de su autor. Pero esto, claro, sólo pasa con los genios.

Txani Rodríguez