El novelista, traductor, articulista y, sobre todo, poeta Eduardo Jordá reúne en la antología Pero sucede (Renacimiento) sus mejores poemas, escritos en este última década, y añade algunos inéditos. Nacido en Palma de Mallorca en 1956 es una poeta tardío que, tal y como afirma en el prólogo Rivera Taravillo, “hace suyo lo antiguo y nos lo da nuevo”.
El propio Jordá reconoce que el elogio que más le gusta es el que le oyó decir a un profesor de Estética: “Pareces un poeta extranjero”. Lo cierto es que su amor a Irlanda, su gusto por el rock –en Pero sucede encontramos también alusiones al jazz-, sus poetas predilectos, su inconfundible dicción, la musicalidad de sus versos, en su mayoría medidos y de base fundamentalmente endecasilábica, y su mirada, muy personal, hacen que la obra de este poeta no se parezca a la de nadie de su generación.
Estos poemas tratan sobre el amor y su fragilidad, sobre la muerte, sobre la añoranza, sobre la paternidad, sobre nuestros ancestros, sobre la carga de olvido que arroja siempre el tiempo, sobre la naturaleza. Algunos son profundamente vitalistas y celebran los instantes de felicidad: “Tan sólo diez lentos minutos./ Y han sido suficientes/para justificar toda una vida.”; otros, transmiten cierta resignación plácida, quizá cierta lucidez: “Cuando lleguen las dudas y el dolor, / todo se habrá perdido para siempre.”
Envueltos en una estructura firme, sus textos –textos con historias, con personajes y con emoción- guardan reflexiones hondas y delicadas y algunas certezas. En definitiva Pero sucede es compendio y testimonio de una obra poética sólida, de una eufónica voz propia.
Txani Rodríguez