Daniel Glattauer ó la literatura epistolar en los tiempos de Internet

¿Quién dijo que había muerto la novela epistolar? ¿Quién dijo que la gente había dejado de escribir? Todos los que dijimos eso –mea culpa-, nos equivocamos. No sabíamos que Internet estaba a la vuelta de la esquina. E Internet le ha dado un giro a la forma de entender algunos géneros literarios, hasta tal punto que ha resucitado algunos, aunque no sepamos por cuanto tiempo. Entre los que han vuelto está el género de la novela epistolar amorosa a la manera de las narraciones galantes del siglo XVIII.LIBRO.Cada siete olas

Uno de los recuperadores de este modelo ha sido el escritor austriaco Daniel Glattauer, autor de una de las historias de amor más apasionantes de los últimos tiempos. Dos personas, un hombre y una mujer, se relacionan por error a través del correo electrónico. Lo que empieza como un intercambio de correos amistosos, acaba derivando en un juego de intelectos y en el inicio de una pasión amorosa no consumada. Todo esto lo contaba Glattauer en su novela anterior Contra el viento del norte, que tuvo un éxito monumental en Austria y Alemania y que obligó a su autor a escribir una segunda parte, Cada siete olas. Los dos libros, publicados por Alfaguara, forman una unidad, así que no se os ocurra leer la segunda novela sin haber leído la primera.

Él se llama Leo Leike, tiene treinta y seis años y es psicólogo. Su vida amorosa es bastante caótica y por ahí ronda una ex que no acaba de salir del todo de su existencia. Ella es Emmi Rother, tiene treinta y cuatro años y es diseñadora de páginas webs. Su vida sentimental es bastante extraña y está ligada a un viudo con dos hijos de dieciséis y once años. Él recela del amor y se muestra bastante retraído con las cosas del corazón. Ella es un volcán y no para de escarbar y escarbar en los sentimientos para encontrar algo de pasión.

Y más no se puede contar de la historia, porque uno de los atractivos de la novela son sus constantes giros argumentales, sus golpes de efecto que hacen que lo que consideráramos palabra de Dios en un momento, sea tan solo una cortina de humo en el siguiente. Porque, aunque los protagonistas no se mienten, sí se dejan muchas cosas en el tintero, que el autor va desvelando sabiamente en el momento oportuno, cuando parece que las diatribas de los amantes digitales están llegando a un callejón sin salida.

Estamos ante una novela sabiamente construida, que funciona como un reloj suizo, en la que todo acontece cuando debe acontecer. Una novela que es como un gran juego de mesa en la que cada jugador debe hacer uso de sus bazas con sabiduría. Una novela que habla del amor, de los mecanismos que lo provocan, y de la pasión, que a veces curiosamente es controlada por el miedo a fracasar. Una doble novela elegante, sensual, ingeniosa, adictiva por momentos, inteligente, repleta de suspense, divertida, triste y emocionante. Una historia cautivadora que ha recuperado un género cuando ya lo creíamos perdido en las páginas de la historia de la literatura: el género amoroso epistolar. Bienvenido sea.

(Postdata. Dos aclaraciones. El titulo de la primera novela, Contra el viento del norte, hace referencia a los dolores de cabeza que tiene la protagonista cuando sopla el viento del norte, el viento que siempre complica su vida. El título de la segunda novela, Cada siete olas, se refiere a esa serie de olas que termina con una séptima que es impredecible: puede ser la mejor ola para surfear, ó una especie de maremoto que lo arrasa todo.)

Enrique Martín

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