Amaba tanto mi patria que mochila al hombro decidà recorrerla palmo a palmo para impregnarme de sus esencias. No fue sencillo. La mayor parte de las zonas rurales estaba acotada por alambradas y protegida por perros. Autopistas y carreteras tampoco son amables con el caminante y buena parte del terreno estaba también acotado por obras de muy diversa Ãndole. Varios vigilantes de urbanizaciones me instaron a no merodear y tampoco puede franquear el paso a las zonas portuarias, fabriles, tecnológicas, militares, policiales ni conventuales. Desalentado por la ridÃcula cantidad de terreno patrio que me quedaba libre volvà a casa, convencido de que esa, al final era mi verdadera patria… pero me han expropiado, que dicen que por ahà tiene que pasar un tren.
Roberto Moso
Pingback: Radio Euskadi