Sakoneta es el nombre de un caserÃo ubicado en el Goierri. AllÃ, sin tomar contacto con el resto del mundo, en comunión con la naturaleza, vive desde años, un ex preso de ETA. Se da la circunstancia de que el trazado del tren de alta velocidad pasa justo por esta propiedad, y el morador se resiste a abandonarla. Tanto es asà que cuando la Ertzaintza trata de desalojarlo, parece responder con un arma de fuego, aunque también es cierto que los hechos no quedan esclarecidos.
La novela, que como vemos aborda un tema de actualidad, transcurre en apenas 24 horas y reúne alrededor de ese caserÃo a diversos personajes. Veamos. Un periodista muy poco popular en su redacción y una inquieta fotógrafa mexicana que son enviados hasta allà por un periódico; un grupo de jóvenes ecologistas que consigue acampar en las inmediaciones de Sakoneta para mostrar su apoyo a la causa, y una periodista alemana que se decide involucrarse en la situación; todos terminarán, algo que resulta divertido, compartiendo acampada. En el transcurso de la novela, se esgrimen – a menudo en un tono humorÃstico – argumentos a favor y en contra del tren de alta velocidad y, en una Euskadi inmersa en un proceso de paz, se toma el pulso a los distintos discursos polÃticos y a sus clichés. Pero, recordemos que los protagonistas son jóvenes y, por la noche, solo les cubre un manto de estrellas, con lo que no resulta extraño que en esta novela también haya lugar para historias de amor, escarceos, y para el descubrimiento de nuevas emociones.
Sakoneta (Elkar) está estructurada en capÃtulos muy breves, lo que posibilita una lectura dinámica, en la que los diálogos tienen bastante peso. Resulta plausible el esfuerzo que realiza Mendiguren por dotar a los distintos personajes de una voz propia, de un modo de hablar. En el caso de los personajes de Naiara y Uxune, pertenecientes al grupo de los ecologistas, la diferencia de registro es notable.
Todos esos ingredientes hacen que la novela nos lleve muy fácilmente hasta su final, un desenlace algo inesperado, que, por supuesto, no desvelaremos.
Txani RodrÃguez