Udalbatza bahituaren kasu pollita (ELKAR) es el título –un título con intención- de la nueva novela del prolífico escritor Karlos Linazasoro. Esta novela breve o texto de media distancia, que diría Jorge Volpi, tiene como protagonista a un escritor que trabaja como bibliotecario, que nos recuerda, claro, al propio autor. Aunque está dispuesto a disfrutar de una excedencia, este personaje termina aceptando ser teniente de alcalde y concejal de cultura de una localidad que conocemos como T.

El mismo día que se conforma el pleno consistorial, un pleno que aglutina un abanico de siglas y colores políticos realmente variado, una turbamulta enfurecida por alguna razón que desconocemos se planta frente al Ayuntamiento. Alcalde, concejales y otros personajes, como un cura que aparece al poco, se ven obligados a permanecer dentro del edificio. Son conscientes de que salir es muy peligroso. A Xanti, uno de los concejales lo alcanza una pedrada y las consecuencias del impacto serán fatales aunque, sin embargo, no alterarán el tono surrealista y paródico del conjunto de la novela.

Mientras los tensos hechos expuestos se suceden, en el interior del consistorio los personajes citan a filósofos, se expresan mediante crípticas metáforas, escriben poemas y los comentan casi académicamente. Se dan incluso levitaciones. Las salidas a la situación propuestas mientras la muchedumbre los acosa -algunas tan pintorescas como el suicidio colectivo- son siempre muy poco prácticas.

Como suele suceder, Linazasoro se ha servido del absurdo para hablar de cuestiones concretas – incomunicación, tragedia, perplejidad-, y de sus propias inquietudes. La novela es ágil y descansa en los diálogos por lo que resulta sencillo imaginar la situación sobre las tablas de un escenario. Lo que ya no es tan fácil, a pesar de lo que cuenta, es leerla sin sonreír.

Txani Rodríguez