Ayer, al levantarme de la cama, descubrà un evidente complot contra mÃ. Una serie de actores y actrices perfectamente caracterizados pretendÃan hacerse pasar por mi familia. Al principio casi me la pegan, pero que va. Ni esa era mi mujer, ni esos mis hijos. Tampoco esa era mi casa, aunque hay que reconocer que se han currado una reproducción muy buena. Hasta los espejos eran de pega. Me di cuenta al mirarme en el baño. Ese, obviamente, no era yo. Asà que, claro, tuve que decir basta. Les dije a todos que habÃa descubierto su absurda trama. Incapaces de reconocer lo evidente me llevaron a mi supuesto médico y el impostor me contó la milonga de que tengo el sÃndrome de Kapgras o algo asÃ.
No tengo ni idea de cual es el motivo de toda esta comedia pero, desde luego, me consiguieron amargar bien. Todo ese ejército de falsos compañeros de trabajo y paisanos de pega moviéndose por unos decorados que simulaban ser mi oficina y mi ciudad, terminaron por sumirme en una profunda depresión. Pero no os fiéis. Toda esa gentuza que canta ahora en mi supuesto funeral y ese tipo amarillento tumbado en la caja, son plagios. Que no, que no, que a mi no me la dan.
Roberto Moso
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