Los comportamientos cotidianos. Drama y humor en Pedro Ugarte

Por suerte o por desgracia, según se mire, la vida se apoltrona en los periodos que  separan  la eufórica alegría  del drama. Los días se suceden instalados en una víspera de bodas, bautizos, ascensos, triunfos de entidad, o bien en una prolongada, a veces perenne, resaca de enfermedades, rupturas, fracasos, pérdidas. Es en esos momentos de relativa duración donde Pedro Ugarte sitúa sus narraciones. El autor, reciente ganador del Premio Logroño de Novela, prescinde de la épica de los grandes asuntos para centrarse en modestos agravios, discretas servidumbres o soterradas traiciones. El sometimiento de un hombre a rígidos códigos indumentarios, la incapacidad de otro para eludir la cena anual con sus antiguos compañeros de trabajo, el alto precio de la sinceridad, la elocuente, inquietante, ¡reveladora! naturaleza de un comentario, en apariencia, solo peregrino, son, como demuestra Ugarte, argumentos suficientes para edificar una estupenda colección de cuentos.  LIBRO.El mundo de los cabezas vacíasEn los relatos que conforman El mundo de los cabezas vacías (Páginas de Espuma), representantes de la clase media, y la media-alta, ejecutivos, funcionarios, escritores influyentes, elaboran en primera persona un retrato veraz de algunas existencias satisfechas, grises y, algo tristonas, si no cínicas. Pongamos algunos ejemplos:  “La sociedad siempre acaba castigando a aquellas personas a las que no puede compadecer”, se dice. O “ El oficio de escritor es tan ingrato que el solo hecho de convertirse ya en oficio parece una victoria”. O “Sentirse mortal, trabajando en la Hirogutsi Europe Corporation, era una peligrosa desviación, una enfermedad mental que en cualquier momento podría detectar el equipo de psicólogos de la empresa”. En esas existencias, comunes en cierto modo, posiblemente gratas, de los personajes de este libro, aparecen a menudo leves molestias, males menores, que, debido a su avasalladora condición de incontestables, devienen en insufribles situaciones que acabarán comportando consecuencias mayores. En muchos de los relatos, el narrador se llama Jorge, pero podría llamarse como usted: quizá no todos accedamos a la gloria del diez en conducta, ética y estética pero sí a la salvación del cinco raspado. La capacidad quirúrgica de Ugarte para analizar los comportamientos más comprensibles, los más humanos e imperfectos, y la precisión del lenguaje empleado, convierten esas historias pequeñas, llenas de corbatas de elefantitos, de oficinas, de vínculos forzados y de medianos proyectos, en una caníbal radiografía de una parte de la sociedad adscrita a este tiempo moroso, torpe y cambiante. Pero, además, este escritor consigue articular este discurso lúcido con unas impagables e innegociables dosis de humor. Después de todo, hay que reírse, que decía aquel.

 Txani Rodríguez

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