Paolo Sorrentino es un cineasta de fuste. Lleva a las espaldas media docena de largometrajes, algún documental, varios cortos y fragmentos de films colectivos y la serie de televisión Gomorra. Solo he tenido oportunidad de ver una de sus pelÃculas, Il Divo, que me pareció magnÃfica, y que indaga en unos años particularmente oscuros de la polÃtica italiana y lo hace con valentÃa, belleza y creatividad cinematográfica. También es recordado por Las consecuencias del amor y por This must be the place que gustó mucho en el último festival de Cannes. Sorrentino, sin abandonar su trabajo con la imagen, ha decidido pasarse a la novela porque quizá tiene demasiadas cosas que contar. La verdad es que en Todos tienen razón cuenta muchas cosas porque aquà se recogen las andanzas de un cantante en decadencia, Tony Pagoda, que repasa su vida y aventuras empezando por un concierto al que asiste Frank Sinatra y terminando con una reunión con los músicos que formaron su grupo de acompañamiento tras años de alejamiento de los escenarios. En medio su vida personal, una sucesión de relaciones desgraciadas, algunas aventuras extravagantes, el alcohol, la droga, la noche, lo que uno espera en la vida de un cantante. Es irregular Todos tienen razón. No podÃa ser de otra manera un libro que se compone de relatos entrelazados que poco tienen que ver entre sà mas allá de la presencia del protagonista y de otros personajes. Pero tiene el atractivo de la valentÃa del autor que está interesado en cambiar de tono continuamente, de adoptar frecuentemente registros insólitos, aquà detalles humorÃsticos en un segmento aventurero, allà una tristeza infinita en medio de un capÃtulo bullanguero. Y luego están los escarabajos que se apoderan de algunas páginas de este libro ejerciendo de elemento obsesivo, cómico, documental. Y la selva brasileña donde nuestro hombre conoce a un tipo de esos que son exclusivamente literarios, mas grande que la vida, mas poderoso que el destino. Y asà va pasando la vida de Tony Pagoda, entre los consejos de sus maestros, impagable la lista de cosas que no soporta que hace uno de ellos el dÃa en que cumple cien años, y sus propias recomendaciones para aquellos que sigan sus pasos en el mundo, por ejemplo para seducir a las mujeres, donde lo que importa es el ritmo. Y justamente eso es lo que mas falla en la novela de Sorrentino: el ritmo. Sorprende que un escrito con tantos grandes momentos no consiga orquestarlos adecuadamente para conseguir una narración atractiva. Pongamos que una primera novela siempre es difÃcil, pero para un escritor que tiene ya muchos guiones en su historial deberÃa resultar mas natural. Seguramente, y lejos de nuestro ánimo jugar a ser adivinos, Sorrentino ha tratado de alejarse del modelo cinematográfico, ha querido ser mas literario, y ahà es donde ha caÃdo en esas irregularidades, que, por otra parte, apenas empañan el enorme potencial de la novela, los magnÃficos momentos que nos ha hecho pasar, la visión que da de la Italia de los últimos años y los hallazgos literarios que aporta. Sin olvidar la risa que nos ha sorprendido en mas de una ocasión. Estamos seguros de que la siguiente novela de Paolo Sorrentino será magnÃfica. Esta es, simplemente, buena.
Félix Linares