Esta breve novela, La bailarina (Impedimenta), cambió el curso de la literatura japonesa a finales del siglo XIX. Japón acababa de salir de casi tres siglos de aislamiento, el conocido como periodo Edo (1600-1868), y se abrió al mundo en lo que se conoce como la Restauración Meiji (1868-1912) que desgraciadamente derivó hacia el imperialismo y la II Guerra Mundial. Pues bien en la época Meiji, la literatura europea entró de golpe en el país y muchos escritores viajaron a Europa, principalmente a Francia, Inglaterra y Alemania.
Uno de estos escritores fue Ogai Mori (1862-1922). Estudió medicina y completó sus estudios en Berlín. La ciudad, sus gentes y costumbres le cambiaron totalmente. También varió su forma de escribir. Introdujo los métodos de introspección, vedados en la literatura nipona, y la primera persona. Aunque en la forma su escritura era muy cercana a la tradicional, la forma de expresar los sentimientos, cruda y directa, provocó un shock en Japón.
La novela cuenta la historia de Ota Toyotaro, un joven abogado japonés que acude a estudiar a Berlín becado por la delegación nipona en Alemania. Al principio se comporta como un estudiante y funcionario modélico hasta que se cruza en su camino Elise Weigert, una joven y pobre bailarina. El amor se desata y la pasión hace que todo el mundo de reglas y rígidos compromisos de Ota se venga abajo. El estudiante deja la universidad y se convierte en un apestado para su embajada. Hasta que llega Kenkichi Aizawa, un viejo amigo que intenta reconducirle por el “buen camino”.
Una novela romántica y trágica, que puede sonar un poco trasnochada, pero que tiene un evidente encanto y que supuso un antes y un después para la literatura japonesa. Magnífico prólogo de Fernando Cordobés.
Enrique Martín
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