Iolanda Batallé, un talento de la nueva narrativa catalana

Iolanda Batallé Prats (Barcelona, 1971) es uno de los grandes talentos narrativos que han aparecido recientemente en la literatura escrita en catalán. La editorial madrileña Gadir ha publicado en castellano dos libros de esta excelente escritora, periodista y editora, la novela La memoria de las hormigas y el libro de relatos El límite exacto de nuestros cuerpos. Dos libros muy diferentes entre sí que demuestran el talento de la autora que se mueve perfectamente en las distancias cortas y en las largas.

La memoria de las hormigas -hermoso título que hace referencia a la incapacidad que tienen las hormigas de recordar algo más que el instante en el que viven- es una novela que habla de las ganas de vivir, del inútil intento de detener el tiempo y de la conquista de la felicidad. Una novela que trocea los instantes de una vida, combinándolos aleatoriamente y formando un mosaico-puzzle que incluye reflexiones de la narradora, diálogos con su marido, extractos del diario de su abuela, retazos autobiográficos, comunicaciones por correo electrónico y cuentos para cuando su hija sea mayor.LIBRO.La memoria de las hormigas

La protagonista, Joana, es una persona libre, compleja, perseguidora de la felicidad, enamoradiza e hija de padres “progres”. Es también una periodista que decide abandonar su profesión para intentar ser feliz, junto a su marido y su hija pequeña. En su nuevo oficio, limpiadora de una playa con un pequeño tractor, encuentra el tiempo suficiente para pensar en sí misma y en su vida. La novela está repleta de historias familiares secretas, casi todas tristes, a las que nos a través de las reflexiones de la protagonista, subida en su tractor, y del diario de la abuela muerta.  Los personajes son impagables: Jorge, el marido amoroso y comprensivo, físico de profesión, descendiente de esquimales; María, la abuela que dejó a Joana su diario, un espíritu bueno, con una visión vitalista de la vida a pesar de las zozobras interiores; Max, el amigo de la infancia que se suicidó, su amor platónico, con el que siempre pudo hablar, a pesar de los nubarrones que oscurecían su vida; Nieves, la amiga viuda de la abuela María, que llamaba a Joana para contarle los entierros; Pablo, el padre que se paseó un tiempo por la casa con una soga al cuello para que su mujer no le abandonara; Bruna, la madre progre que la llevó al ginecólogo con once años para que “supiera” y se preparara; Tom, el primer marido de Joana, médico de una ONG, que suplicó no ser abandonado; Tara, la amiga yugoslava conocida en Gales que vivió la tragedia de una guerra y el desgarro de su pueblo; Mauricio, el escritor de culto, mayor, libre y comprensivo, con el que vivió una historia de amor y que acabó abandonándola; Lenka, la amiga checa que conoció también en Gales y que era la mujer más bella del mundo; Duncan, el depresivo del que se enamoró en Berkeley, un amor imposible; Joel, el payaso que dejó por ella el circo, pero que no pudo resistir la nostalgia de aquel mundo perdido…

La novela está además repleta de hallazgos. La historia de los padres que se hicieron mucho daño y que aprendieron a quererse. La importancia de limpiar la primera y la última caca, la del bebé y la del anciano: la sublimación del amor. Las entrevistas a los porteros, “los únicos que dicen la verdad”. La creación de dibujos en la arena de la playa para que la hija se asombre al despertarse.

Una novela sobre la vida y la muerte, la felicidad, los amores y la memoria. Una novela sobre el mundo de los muertos y el mundo de los vivos. Una novela vademécum, con todos lo medicamentos para sobrevivir, aunque a veces no valgan para todos y para todas las situaciones. Una novela extraordinaria.

Enrique Martín

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