¿Se puede vivir la vida de los otros? ¿Concluir sus caminos? ¿Experimentar sus deseos? ¿Se pueden asir las sombras de los ausentes y recubrirlas de nuevo de carne y de nervio? ¿Estamos sujetos a una sola identidad? ¿Quién es aquél que vemos cuando nos miramos al espejo? Estas son algunas, y solo algunas, de las cuestiones que el escritor Harkaitz Cano se plantea en su nueva novela, Twist, publicada recientemente por la editorial Susa.

Se trata de una historia que transcurre en el presente pero que retrocede a la década de los 80: atentados, guerra sucia. El primer capítulo de la novela es de un vigor y una intensidad poco comunes. El lector no podrá apartarse ya. Asistirá al enterramiento de dos torturados que, de forma irremediable traen a nuestra memoria el caso Lasa y Zabala. Son páginas gobernadas por la noche, la tierra, las mantas, la sangre, la perplejidad y la angustia narradas por Diego Lazkano, amigo de los dos torturados y protagonista del libro. Él, Lazkano, tiene que enfrentarse a las desapariciones de tres seres queridos, como si de una constante funesta en su vida se tratara.

Tras ese capítulo, el curso temporal de la historia retrocede de forma  intermitente a tiempos mejores y podremos ver a los tres personajes principales desenvolverse y enredarse en sus trabajos y vocaciones (periodismo, literatura, teatro), pasiones, desengaños, circunstancias familiares y militancias. Twist contiene un monumento a la amistad y a la pérdida de los amigos. Llena de contenido y emoción el vacío que dejan; y es ahí, en ese territorio, donde cualquiera podrá sentirse identificado con las sensaciones que traslada, independientemente de las circunstancias personales de cada quien.

Durante las más de 400 páginas que conforman la novela, y a lo largo de sus tramas y subtramas, Cano mantiene una voz narrativa firme y envolvente, y con la utilización de la segunda persona involucra directamente el lector, para decirle que no está en la mano de nadie hacer desaparecer por completo a una persona; esa rara potestad corresponde solo al olvido. Y al olvido le cuesta mucho enfrentarse a las sombras.

Txani Rodríguez