Rafael Pinedo fue un escritor argentino que nació en 1954 y murió, prematuramente, en 2007, con 53 años. Fue un escritor temprano que sin embargo a los 18 años decidió quemar todo lo que había escrito porque, según él, no tenía ningún interés. Recuperó tardíamente su pasión por la literatura, en la cuarentena, y sorprendió a todo el mundo en 2002 cuando publicó Plop. Dos años antes de su muerte fue finalista del Premio Planeta Argentina con la novela Frío. Los dos libros han sido publicados hace poco por esta editorial.

Hemos podido leer ya Plop (Salto de Página) y nos ha dejado impresionados. Se trata de una novela postapocalítica en la que tras un desastre, que en ningún momento se llega a explicar, la Humanidad está al borde de la desaparición. El mundo es un lugar desolado y polvoriento repleto de ruinas por el que vagan comunidades, los Asentamientos, a la búsqueda desesperada de comida. No hay casi animales, solo ratas y gatos que se cazan como si fueran conejos. La esperanza en el futuro ha desaparecido porque casi no nacen niños. Uno de los últimos en nacer es Plop un chico condenado a muerte que contra todo pronóstico consigue salir adelante gracias a los esfuerzos de una anciana desdentada que tiene un gran poder, es una de las pocas que sabe descifrar los signos que aparecen en unos objetos que antaño se conocieron como libros.

Plop asciende desde el último escalón de este grupo, los miembros de Recreación 2, que pueden ser usados para todo, incluidos para comer, hasta la jefatura, hasta convertirse en Comisario General. Desde la cúspide gobernará a las brigadas de Recreación 1 y 2, a  las de Voluntarios 1 y 2, a las de Servicios 1 y 2, a las de Comandos y a todos su secretarios. En su ascenso iremos conociendo las rivalidades y combates con otros asentamientos, los intercambios, las fiestas salvajes en las que todo está permitido, el incesante deambular y las alianzas que se formalizan y se rompen y que tienen un solo objetivo, sobrevivir.   Una novela sorprendente, salvaje y también delicada, escrita con una asombrosa economía de medios.

Enrique Martín