No lo podÃa evitar. Odiaba a todos los que superaban los 50 años. Los veÃa mezquinos, feos, retrógrados por definición, amargados, resentidos con la vida, coléricos, malolientes, casposos. Pero lo que más odiaba de todo, lo que le revolvÃa las tripas sin remedio, era recordar que hace tiempo habÃa superado los cincuenta.
Roberto Moso
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