Larry Beinhart lleva más de veinticinco años escribiendo, a pesar de lo cual solo ha publicado seis novelas y dos libros de no-ficción. Entre nosotros su producción es más escasa. Se publicó hace años el libro que sirvió de base a la película La cortina de humo, aunque no crean que encontrarán en él un gran parecido con la película de Barry Levinson, protagonizada por Dustin Hoffman, Robert Niro y Woody Harrelson, ya que, al margen de la idea central, aquel film, casi de cámara, era consecuencia del creativo guión de David Mamet mas que de la tópica novela de Beinhart. Y ahora ve la luz El templo de humo (Ediciones B), otro thriller. Porque la verdad es que Beinhart es un escritor de novelas policíacas que rozan asuntos políticos y sociales. Aquí la ha tomado con la iglesia, con las iglesias. Un profesor ateo aparece muerto, un abogado judío pone a investigar a un detective cristiano para que le ayude en la defensa de un acusado musulmán. Durante algo más de cien páginas asistimos a un agudo análisis de las relaciones entre las religiones, un acertado retrato de personajes muy representativos y una leve crítica de algunas actitudes totalitarias. Después el tono cambia, la historia gira a lo aventurero, el thriller se hace más evidente y la novela cae en la vulgaridad de este tipo de novelas de acción con el protagonista viviendo peligros, persiguiendo sospechosos, eligiendo pistas, sufriendo percances y haciendo lo que cualquier investigador hace: ir de derrota en paliza, de charleta en pelea, hasta la (convencional) victoria final. El problema de El templo de humo es que promete más de lo que ofrece, de que ilusiona al lector con la posibilidad de disfrutar de una novela policíaca diferente, para terminar dejándole en el tópico. En realidad si olvidamos las ambiciones del principio esta no es una mala novela policíaca, cumple con los rigurosos esquemas del género y cualquier lector descubrirá en ella momentos de satisfacción, pero parece insuficiente después de esa espléndida primera parte, que incluso parece que está mejor escrita que el resto. Hay escritores que parecen cansarse conforme avanzan sus escritos. Entendemos que es difícil mantener el pulso durante cuatrocientas páginas, pero la calidad de un autor se distingue por cosas como estas. Es curioso lo que pasa con los títulos de Beinhart en sus versiones en castellano. La primera novela se titula originalmente American hero, la película que inspiró Wag the Dog y aquí se la conoce como La cortina de humo. Ahora este libro, cuyo título original es Salvation Boulevard se titula El templo de humo quizá esperando que alguien se acuerde de un libro que se publicó hace veinte años y de una película que pocos recordamos. Que curiosos, y a veces que ridículos, resultan los editores y sus decisiones para conseguir más lectores. Larry Beinhart podría ser un estupendo autor si solo escribiera libros de cien páginas. Lamentablemente el mercado no se lleva bien con esas dimensiones y exige más y ahí es donde nuestro hombre se pierde. Pero entretenido lo es un rato, así que si no tienen para leer libros que sean descaradamente obras maestras, quizá no sea mala idea darle una oportunidad a El templo de humo.

Félix Linares