John Updike despide a Conejo y presenta a Henry Bech

John Updike es uno de esos escritores estadounidenses que pasó su vida empeñado en escribir la gran novela americana del siglo XX. Como la historia demuestra la titularidad quedó desierta, aunque alguien quizá estaría dispuesto a adjudicar a Updike su paternidad gracias a la tetralogía y pico de Conejo, a Parejas o a El centauro o incluso a alguna de las novelas de su decadencia: Brasil y La belleza de los lirios por ejemplo. No cabe duda de que todas son novelas meritorias, pero ninguna alcanza el honor buscado. Por otra parte hay que agradecer a Updike su dedicación a la escritura y que nunca escribiera una mala novela, bueno quizá La versión de Roger lo era, aunque puede que escribiera demasiado. Y a lo grande. Grandes temas, grandes ambiciones literarias, grandes reflexiones. Publicada entre nosotros toda su obra mayor, ahora, tres años después de su muerte, toca recuperar sus obras menores, esas que él mismo consideraba así, por ejemplo las andanzas de Henry Bech, un escritor y profesor tan parecido a él que nunca conseguiríamos diferenciarlos. LIBRO.Un libro de BechLos relatos originales fueron recogidos en tres volúmenes, el primero de los cuales ha sido publicado por Tusquets con el anuncio de que también llegarán los otros dos. Es natural, Updike es uno de esos autores que tienen un grupo de seguidores que puede que no sea muy numeroso, pero es extremadamente fiel. Es decir, que vende. Y seguramente para los aficionados a la escritura de Updike será una gozada encontrarse con Un libro de Bech, aunque a la larga quizá les defraude, porque aquí el autor se muestra menos apremiado por la necesidad de ser un gran escritor y no solo incluye grandes dosis de humor, elemento que aparece con frecuencia en su obra, sino que escribe mas levemente, sin responsabilidad autoral y eso beneficia a la narración, pero puede sorprender al fiel seguidor. Por otra parte los aficionados al “basado en hechos reales” pueden estar muy satisfechos con estas aventuras que están sacadas de la propia experiencia personal de Updike, a quien no parecen aterrorizar las situaciones difíciles en las que se ve metido su alter ego sino que parece disfrutar con el recuerdo de sus andanzas por países situados tras el telón de acero, por utilizar la denominación de los sesenta, la época en la que se ambientan estas historias; sus aventuras amorosas en una colonia de vacaciones o los agobios que vive en una escuela de señoritas a la que acude para dar una lección magistral. Updike juega con Bech y con el conocimiento que tiene el lector de quien es el verdadero protagonista de los relatos, se permite maltratarle, ridiculizarle, aunque siempre acabará defendiéndole y justificándole. No debemos olvidar que estos relatos, están escritos originalmente en los años sesenta, el periodo de mayor creatividad del autor, antes de que su empeño en escribir obras mayores le llevara a ciertas pomposidades y repeticiones. Lo que no quiere decir que Updike renuncie a su fino análisis y perspicaz reflexión. Las andanzas de Bech componen un librito muy satisfactorio que deja un agradable sabor de boca. Y es que no hay libros menores cuando los autores han alcanzado un nivel alto como es el caso de Updike.

Félix Linares

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