¡Viva Vargas! ¡Viva el comisario Adamsberg!

Esta no es la nueva novela del comisario Jean-Baptiste Adamsberg el personaje más famoso salido de la imaginación de la francesa Fred, por Frederique, Vargas. Porque la última novela protagonizada por este peculiar investigador, nacido en los Pirineos y que se mueve como un marciano en París, se publicó en castellano a finales del año pasado y se titula El ejército furioso. Este libro reúne tres relatos breves protagonizados por Adamsberg que se publicaron en un diario y dos antologías entre 1997 y 2000. Pero que nadie se asuste, la calidad de las historias y el interés de las mismas, están a la altura de las mejores historias largas del personaje.

La primera historia nos lleva a un verano caluroso parisino. Adamsberg está en su despacho con su inseparable Danglard, hasta que la calma se rompe con la aparición de un vagabundo que se instala en un banco frente a la comisaría y una extraña serie de misivas anónimas de un asesino que se jacta de haber matado impunemente. Pregunta: ¿qué relación existe entre los dos, si es que existe? La segunda historia transcurre en Navidad. La comisaría está prácticamente vacía. Adamsberg comparte guardia con un joven teniente. En el ambiente fLIBRO.Fluye el Senalota algo y el comisario dice: “Seguramente han matado a alguien”. Al de tres días aparece flotando en el Sena el cadáver de una mujer. Su hermano está destrozado, su amante ha desaparecido. ¿Se ha suicidado ó no? Y la tercera transcurre en tiempo frío, tal vez otoño, tal vez primavera. Un vagabundo duerme frente a una boca de metro y ve como un hombre dispara tres veces contra una mujer. Pero al hombre no le interesas declarar, solo quiere que la policía le deje tranquilo para poder vender las esponjas que ha encontrado en una fábrica abandonada. ¿Por qué no quiere declarar ó si quiere y nadie saber cómo ha de pedírselo?

Lo más asombroso de las historias que Fred Vargas hace protagonizar a su comisario es que todo es asombroso. Sus historias se inician con una serie de hechos, a cada cual más chocante, que parecen no tener nada que ver unos con otros. Son hechos que dejan desconcertados a los policías de la gran ciudad, a todos menos a Adamsberg que no ha dejado de ser un campesino de los Pirineos, un hombre singular que posee un extraordinario poder de deducción circular. Porque Adamsberg deja que los hechos y las suposiciones sobre los hechos den vueltas alrededor de su mente hasta que las chispas van encendiendo las farolas que acaban iluminando el enigma en toda su extensión. Es entonces cuando las órdenes ridículas y las investigaciones sin rumbo cobran todo su sentido. Hasta llegar a ese momento glorioso, el lector, como los policías a las órdenes del comisario, nos sentimos desvalidos, a punto de abandonar y considerar a Adamsberg un ser de otro planeta que se encuentra perdido en un mundo que no es el suyo. Craso error, porque el comisario resuelve y lo hace con humanidad, encajando cada pieza en su lugar.

Vargas consigue otra vez deslumbrarnos con sus historias ingeniosas, brillantes y raras. Historias que nos hacen conocer mejor la psique de uno de los personajes de la novela criminal más entrañables creados en los últimos tiempos, el comisario Jean-Baptiste Adamsberg. Excepcional, autista, misterioso, brillante, sorprendente, heterodoxo Adamsberg.

Enrique Martín

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