Ileak uretan es, tras Etxea y Jantzi beltz bi, la tercera novela del escritor bermeano Josu Penades. Es autor así mismo de las colecciones de cuentos Iluntzero elkarrekin y Hurrengo itsasgoren zain, entre otros trabajos. El que hoy nos ocupa, Ileak uretan, ha sido publicada por Alberdania y arranca con el fallecimiento de la madre de uno de los personajes principales de la historia: Inas, nacido en 1939. Él se encuentra estudiando en Madrid, acaba de hacer el último examen de la carrera, cuando recibe un telegrama con la luctuosa noticia. Regresa entonces al pueblo y, tras el funeral, al pasar por la habitación de la madre, encuentra unos cuadernos que avivarán el deseo de saber qué fue de su padre, uno de ellos, escrito en la prisión de San Cristóbal de Iruña, donde estuvo preso sin estar especialmente implicado en bando alguno. Inas nunca lo conoció y lo único que hasta entonces sabía era que había muerto en la guerra. Será ese un día extraordinariamente crucial para Inas porque también descubrirá que el dinero gracias al cual ha podido estudiar una carrera y el que le dejan en herencia parte del enriquecimiento de su abuelo, de su reprobable forma de actuar tras la guerra. ¿Cómo si no alguien como él iba a haber podido estudiar Químicas en Madrid? Corría, digámoslo, el año 1960. La novela saltará en capítulos alternos de esa época a la de la guerra civil, y el peso de la trama pivotará entre la vida de Inas y la de su padre.

El recorrido temporal, lo vemos, es amplio y se recogen diversos momentos de nuestra historia reciente. Y más amplio aún es el fondo de los personajes que, bien construidos, se dejan ver. Sujetos a dilemas, poco atildados, creíbles, nos guían por un tiempo convulso. Esos avatares permiten a Penades reflexionar sobre si la maldad, una maldad, cotidiana podríamos decir, ajena a grandes titulares, se transmite de generación en generación; una idea que alumbró, realmente, esta novela en la que la guerra y la violencia de ETA están también presentes.

En definitiva, podemos afirmar que Penades se embarcó  con Ileak Uretan en un proyecto complejo del que ha salido airoso.

Txani Rodríguez