En la soledad del errático zappin nocturno me encontré de nuevo con los Ropper. Primero me hizo gracia recordar todo aquello. Después fui constatando que ya no me identificaba con Tristam, niño de la serie, tampoco con su padre como me pasaba años después… El señor Ropper me pareció ahora conmovedoramente joven y lo peor de todo… de pronto me sentà fastidiosamente identificado con la señora Ropper.
Roberto Moso
Pingback: Radio Euskadi