Angustia y placer. Son dos sensaciones que produce la lectura de la serie Criminal, una auténtica obra maestra del género negro, con un elevado nivel de calidad y que logra subir un escalón más ese nivel con El último de los inocentes, la sexta entrega de la colección que acaba de publicar en castellano la editorial Panini.
Criminal lleva la firma de Ed Brubaker, un guionista que es toda una garantÃa, ganador de numerosos premios en EEUU por su trabajo en esta serie y en otras como Incógnito ó Sleeper, y por su habilidad para revitalizar personajes como Batman, Daredevil o el Capitán América.
Pero si en algo destaca Brubaker es en el campo del género negro, en tramas donde hay un crimen, un culpable, una investigación y, sobre todo, una serie de circunstancias que rodean a los protagonistas y que dan consistencia y solidez a la historia. Y esto es lo que ocurre con la serie Criminal. Cada entrega es un caso diferente, y la número seis, como decÃa al principio, alcanza un nivel al que muy pocos cómics pueden llegar.
El argumento se centra en un hombre, llamado Riley, casado con la hija de un multimillonario, con problemas de juego y drogas y que, por la enfermedad de su padre, debe volver al pueblo donde nació. Allà se encuentra con sus recuerdos y amigos de infancia y adolescencia y, en forma de flashes, vuelve mentalmente a aquéllos tiempos idÃlicos… Y lo hace a través de dibujos que evocan a la mÃtica serie Archie, con personajes siempre jóvenes e ingenuos que vivÃan en aquella América ideal de los años 40 y 50, y cuya mayor preocupación consistÃa en buscar pareja para el baile del instituto. Y aquà es donde toca elogiar el trabajo del dibujante, Sean Phillips, que forma un tándem perfecto con Brubaker y es capaz de insertar viñetas que rezuman inocencia en medio de una historia cargada de tensión y momentos oscuros.
La sexta entrega de Criminal es un continuo descenso a los infiernos. La comisión de un crimen en apariencia perfecto, las sospechas, el ambiente espeso que se respira a lo largo de la narración, el soberbio retrato de los personajes y el sorprendente final otorgan a este cómic el calificativo de imprescindible. No os lo perdáis.
Iñaki Calvo
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