El Tocho. Hombre sin atributos, Robert Musil y su época

El patriotismo en Austria era materia prima. Los niños alemanes aprendían a despreciar las guerras de los niños austríacos, y se les enseñaba que los niños franceses eran descendientes de libertinos enervados, huidizos ante un soldado alemán con barba. Otro tanto aprendían hechas algunas salvedades de cambio de papeles y oportunas modificaciones, los niños franceses, rusos e ingleses, que igualmente podían vanagloriarse de numerosas victorias. Los niños de ahora son fanfarrones, gustan de jugar a guardias y ladrones, y están siempre dispuestos a considerar a la familia Y de la calle X, si por casualidad pertenecen a ella, como la más ilustre familia del mundo. Por eso son fáciles de ganar para el patriotismo. En Austria, sin embargo, este asunto era más complicado, ya que los austriacos habían vencido también en todas las guerras de su historia; se sabe, sin embargo, que después de casi todas ellas habían tenido que ceder parte de su territorio. Esto da motivos para reflexionar y Ulrich, en su composición –escolar- sobre el amor patrio, escribió que un patriota verdadero nunca debe considerar su patria como la mejor del mundo.”

LIBRO.El hombre sin atributosEste es un párrafo de El hombre sin atributos, la monumental novela inacabada de Robert Musil, cuyas dos primeras partes aparecieron en 1930 y 1933. Su continuación se vio frenada en seco por el ascenso de los nazis al poder, pero Musil no dejó de trabajar en ella hasta su muerte en 1942. El ambicioso autor intentó plasmar el estado de espíritu y las contradicciones de toda una época, la del declinante imperio austro-húngaro, entidad política a la vez imperial y real, de constitución liberal pero gobierno clerical, y con un parlamento cerrado la mayor parte del tiempo.

El alter ego de Musil es Ulrich, joven de amplios intereses intelectuales, pero de escaso sentido práctico, incapaz de adecuarse al estilo de vida imperante y de adherirse a alguna causa concreta, de ahí que se considere a sí mismo como un hombre sin cualidades o atributos. Aun así, dado que ha destacado como matemático, es incluido en un comité encargado de llevar a efecto la Acción Paralela, un evento patriótico que ha de conmemorar los 70 años de Francisco José en el poder. La trama va engarzando las reuniones de la comisión, que no darán fruto alguno, con la vida sentimental de Ulrich, sus amistades y búsquedas infructuosas. Otras figuras paralelas, como la del millonario Arnheim o el asesino Moosbruger, constituyen acertados contratipos del alter ego del autor.

Musil fue ingeniero y filósofo, además de escritor, y a lo largo de su vida su pensamiento osciló entre el positivismo y el misticismo. De ahí que la verdadera esencia de esta gran novela-ensayo, sea el cuestionamiento constante de la civilización moderna y sus valores, basados en la precisión matemática y la tecnificación. Al igual que otros escritores austriacos, como Joseph Roth o Stefan Zweig, Musil fue también muy sensible a los cambios vertiginosos operados a principios del siglo XX, que culminaron en las armas mortíferas ensayadas durante la primera guerra mundial, en la que el autor participó. Por eso, El hombre sin atributos se sitúa temporalmente, con toda intención, entre 1913 y 1914, al borde del precipicio bélico cuya feroz mortandad supuso el descrédito más absoluto de los supuestos valores de progreso.

La lectura de El hombre sin atributos constituye toda una aventura intelectual. Su despliegue de ideas y reflexiones filosóficas puede resultar tan subyugante como abrumador, pero la convierten sin duda en la mayor novela en lengua alemana del siglo XX. La traducción revisada de Austral les permitirá acceder a ella con mayor fiabilidad. Si son lectores exigentes, ¿a qué esperan para disfrutarla?

Javier Aspiazu

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