La literatura francesa produce éxitos que serían impensables en otros países. Novelas que hablan de las relaciones humanas con un punto de existencialismo chic, que en otros lugares tildaríamos de elitistas ó snobs. Son historias protagonizadas por hombres y mujeres de la alta burguesía parisina; gente culta que ha triunfado en los negocios, pero que no sabe qué hacer con su vida sentimental, lo que les conduce al hastío, a la nausea de la que hablaba Sartre.

El deseo, de la para nosotros desconocida autora francesa Sophie Fontanel, es una novela a la que le pega como un guante la definición anterior. Cuenta la historia de una periodista y escritora de éxito que se harta de las relaciones de horas, de días ó de meses, de pasar de cama en cama y de satisfacer solamente sus bajos instintos. Y es que son relaciones que no colman la necesidad de cariño de la protagonista que es incapaz de encontrar entre la peña burguesa en la que se mueve un alma gemela con la que compartir algo más que un revolcón. La gente necesita de amor, cariño y ternura, y de una cierta sintonía intelectual, para encontrar estabilidad en sus vidas. Ante la falta de todo esto, la protagonista decide aparcar durante un tiempo sus deseos y retirarse de la vida amorosa y del sexo.

Durante ese tiempo, que se prolongará dos años, nuestra heroína verá pasar alrededor la vida de los otros: sus amores, sus desengaños, sus felicidades y sus pequeñas tragedias también. Esa observación le permitirá encontrar respuestas y liberar su camino de la maleza que le impide ver lo importante.

Que nadie espere una novela tórrida, con sexo y escenas subidas de tono. Porque lo que propone Sophie Fontanel es un viaje interior, una aventura liberadora, repleta de descubrimientos, a veces dolorosos, a veces gozosos. Una novela repleta de historias de gentes enamoradas y desenamoradas, engarzadas por la historia principal de la protagonista. ¿Neoconservadurismo? Tal vez. ¿Denuncia de ciertos excesos falsamente progresistas? También.

Enrique Martín