El estadounidense Joe Haldeman es uno de los mitos vivientes de la ciencia-ficción. Su nombre estará asociado para siempre al género gracias a La guerra interminable, una novela que narraba el enfrentamiento interestelar absurdo entre dos mundos: una lucha que nacía de la incomunicación, de la imposibilidad de explicarse el uno al otro que ninguno suponía una amenaza. La novela, publicada en 1975, estaba basada en las experiencias del autor como soldado en la guerra de Vietnam y tuvo tanto éxito que tuvo dos secuelas, escritas veinte años después.
Aunque Haldeman ha seguido publicando con asiduidad, muchas de sus novelas permanecen inéditas en castellano. Entre las publicadas están la magnífica El engaño Hemingway, Viejo siglo XX y Rumbo a Marte la primera entrega de una trilogía que narra el primer contacto de los seres humanos con una raza extraterrestre y que está publicando La Factoría de Ideas. Mundos en expansión es también parte de una trilogía, concretamente la parte final. Una historia que se iniciaba en Mundos y continuaba en Mundos distantes.
La acción nos lleva al futuro de la Tierra, casi cien años más allá de nuestro tiempo. Medio millón de personas ha huido de nuestro planeta, agobiado por la superpoblación y los conflictos, y habita asteroides que orbitan alrededor de nuestro mundo. En uno de ellos, Nueva Nueva York, vive Marianne O’Hara una joven extremadamente inteligente y curiosa que antes de formar parte de la élite dirigente de su “mundo” baja a la Tierra a visitar el planeta natal. A partir de aquí se inicia una epopeya que llevará a Marianne a sufrir dos revoluciones -una en tierra extraña y otra en su propia casa-, varias guerras de exterminio -de los de abajo entre sí, de estos con los de arriba y de los de arriba con sus fundamentalistas- y una huida hacia fuera del sistema solar a la búsqueda de la salvación y de un nuevo comienzo para todos.
Haldeman vuelve a demostrar que es un mago a la hora de crear historias complejas que acontecen ante nuestros ojos con aparente sencillez, un mago a la hora de controlar el flujo de los acontecimientos, ralentizando la acción cuando es necesario y acelerando el ritmo de la narración hasta extremos trepidantes, como en los mejores momentos de las novelas de Robert Heinlein. Además es un escritor que posee un toque poético, a lo Ray Bradbury, que no es muy habitual en la ciencia-ficción actual, un toque que no obvia la complejidad de las relaciones humanas. En esta novela por ejemplo se atreve a pronosticar que el futuro de las relaciones amorosas estará en matrimonios con tres y hasta cuatro componentes.
La trilogía Mundos es una de las lecturas más entretenidas de las que he disfrutado en los últimos tiempos. Una historia de casi cien años, repleta de emoción y de agudas reflexiones sobre nuestra sociedad, las lacras que la pueden colapsar y las virtudes que la pueden salvar. No es una obra perfecta –el segundo volumen es claramente inferior a los otros dos-, pero sí muy estimulante. Haldeman, maestro.
Enrique Martín
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