Edoardo Nesi es un autor de prestigio en Italia, que sin embargo nunca habÃa sido traducido entre nosotros. Finalmente nos llega su primera obra gracias a que el año pasado ganó el prestigioso Premio Strega. Y lo consiguió con un libro muy curioso, La historia de mi gente (Salamandra) que no es una novela, el mundo habitual en el que se mueve el escritor, sino un relato autobiográfico.
Y es que Edoardo Nesi además de escritor fue durante quince años codirector con su padre y su primo de una empresa textil que fundaron sus abuelos. Se llamaba Nesi y hermanos y estaba ubicada en Prato, en la Toscana, la región textil por antonomasia de Italia. El libro narra las experiencias de Nesi como empresario y su constante lucha interior entre su yo-patrón y su yo-artista. Ser empresario suponÃa viajar, comprar, firmar contratos… Ser escritor suponÃa viajar, escribir, firmar contratos… y ser envidiado por los empresarios cultos (¡Ay, quién pudiera ser intelectual como tú!).
El libro está trufado de anécdotas y vivencias: un verano luminoso leyendo a Fitzgerald, las vidas de abuelos y padres, las relaciones con los trabajadores cuando todo el mundo era feliz y ganaba mucho dinero, el amor por los libros… Y sobre todo de momentos tristes: la llegada de la globalización, la pérdida de los mercados, la bajada de los salarios, los primeros despidos y al final la venta de la empresa y el adiós a un mundo artesanal que habÃa sobrevivido siglos.
Es un libro muy hermoso que reflexiona, sin amargura y sin especial nostalgia, sobre un tiempo que se fue, un tiempo de relaciones laborales amables en los momentos de la bonanza económica, en los que todos parecÃan formar parte de una familia y estar orgullosos del trabajo desarrollado. Quizás no fue siempre asÃ, y es la imagen que el escritor traslada, pero lo interesante es que él lo cuenta bien, se moja y se emociona. El lector se quedará con alguna imagen en la retina, como esa manifestación que une a trabajadores con bata y a viejos patrones patricios que llegan en sus Mercedes para decir adiós en las calles de Prato a un mundo que se fue.
Enrique MartÃn
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