Jenn Díaz, la eclosión de un talento deslumbrante

Hacía bastante tiempo que no nos encontrábamos con un joven talento literario natural tan asombroso como el de la catalana Jenn Díaz (Barcelona, 1988). Con tan solo 24 años ha publicado dos libros que nos han dejado con la boca abierta, el año pasado Belfondo y este año El duelo y la fiesta. Dos novelas corales que demuestran una madurez personal y creativa sorprendente.

No es tan solo que la autora parezca una “persona mayor”, por el conocimiento de los resortes que mueven al ser humano, sino que parece que lleve años dedicada profesionalmente a la literatura. LIBRO.El duelo y la fiestaSu soltura a la hora de manejar estructuras relativamente complejas, su capacidad para construir personajes de gran hondura con solo dos brochazos, su capacidad para crear mundos simbólicos de abrumadora lucidez, la sitúan a la altura de escritores de larga trayectoria.

Sus dos novelas tienen puntos en común. De entrada son libros en los que no hay un claro protagonismo, donde una serie de personajes pululan por sus páginas sin saber muy bien cómo enfrentarse con la vida y sus desafíos. Sin embargo a pesar de esa ausencia de protagonismo hay algún personaje que revolotea por el argumento constantemente como dios omnipresente. En el caso de Belfondo es el Amo del pueblo donde transcurre la historia. En el caso de El duelo y la fiesta es la poetisa Blanca Valente que se encuentra a las puertas de la muerte.

Belfondo es una novela con una importante carga simbólica. Su planteamiento recuerda al de la película Amanece que no es poco de José Luis Cuerda, una historia coral de humor absurdo que acontecía en un pueblo de La Mancha y en el que sus habitantes podían cambiar de rol a poco que lo solicitaran y se votara en asamblea. En la novela de Jenn Díaz el humor casi ha desaparecido, pero el juego sobre los roles permanece, solo que es el Amo el que decide quién hace qué. Quién hace de maestro, de poeta, de tabernero, de cura, de campanera, de prostituta… El mundo de Belfondo es la representación del Mundo en pequeño, donde las omnipresentes fuerzas dirigentes deciden qué se debe hacer en cada momento… aunque siempre exista la posibilidad de rebelarse y de marcharse, con las consecuencias que eso acarrea: el miedo y la incertidumbre ante un futuro libre de las cadenas.

En El duelo y la fiesta hay menos componente simbólico y más historia realista. Aquí también el destino, el futuro, es una fuerza poderosa, pero el pasado empuja y mucho, al contrario que en Belfondo donde el pasado prácticamente no existía porque se asemejaba mucho al presente. En la segunda novela de Jenn Díaz el pasado marca la vida de un seminarista adolescente abandonado por su madre, de una criada que fue abandonada por su hijo, de un bibliotecario desamparado al que casi todos ningunean y de un sacerdote querido al que le gustan mucho las mujeres. Es una novela en la que lo literario, lo poético, está muy presente: algunos lo persiguen, otros lo han alcanzado, la mayoría no entiende nada de nada. De nuevo el simbolismo.

Jenn Díaz es un diamante literario, una de esas raras gemas que aparecen muy de tiempo en tiempo. Tenemos mucho interés en saber cuál va a ser su próximo movimiento sobre el tablero de la literatura. Seguro que no nos dejará indiferentes.

Enrique Martín

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