Joaquín Berges, segundas oportunidades, risas y cosas serias

Todavía se me desencaja la mandíbula al recordar la lectura de la anterior novela de Joaquín Berges (Zaragoza, 1965), la segunda de su carrera literaria, Vive como puedas.  La novela era como aquellas comedias de situación americanas con sucesos a mil por hora y vibrantes diálogos ingeniosos. En ella asistíamos a las penurias de un pobre hombre ninguneado, el ingeniero Luis, que decidía tomar el destino de su vida en sus manos y darse una segunda oportunidad. La historia en el fondo narraba la relación de un hombre con las mujeres de su vida: sus dos esposas, sus hijas, su madre y hasta su amante.  Aquel personaje patético al que le pasaban cosas muy graciosas -¡cómo nos reímos cuando las desgracias les suceden a otros!- acababa triunfando a su manera.LIBRO.Un estado del malestar

En su nueva novela, Un estado del malestar (Tusquets), Berges incide en el mismo esquema argumental, pero partiendo de un lado diferente de la pirámide social. Si Luis era un fracasado al que todo el mundo pisoteaba, su nuevo protagonista, Ricardo, es lo que podríamos definir como un triunfador cincuentón que goza del prestigio social, está casado con la directora de una revista de decoración, tiene dos hijos aparentemente perfectos y se mueve en un ambiente distinguido; incluso están pensando –su mujer está pensando- en dejar el dúplex donde viven en la ciudad y trasladarse a un chalet con jardín en plena naturaleza en una nueva urbanización de lujo.

Pero nuestro Ricardo triunfador vive en medio de la desazón. Ha llegado a lo más alto en su carrera profesional –es subdirector de unos grandes almacenes- y sus jefes le ofrecen una jugosa prejubilación. Un día, deambulando por un mercadillo cercano al lugar donde trabaja, se queda embelesado con la visión celestial de una mujer de bandera. Se llama Estrella y, como luego descubrirá,  es una viuda joven que vive en la casa de la familia de su marido fallecido, los Teleles. Nuestro Ricardo comenzará entonces un acercamiento peligroso a esa mujer misteriosa y callada que pondrá su mundo patas arriba, aunque contará con un valioso aliado, el tío Jaulín, el padre de Estrella, que no quiere para su hija un entierro en vida. A partir de ahí persecuciones, robos, palizas, enredos varios, juergas, putas, rondas amorosas y una fauna de lo más variopinta y estrambótica que enseñarán curiosamente a nuestro protagonista a comportarse como un hombre y un caballero.

Estamos ante otra novela divertida, tremendamente divertida, de Joaquín Berges en la que se habla de cosas muy serias, de la insatisfacción, de la traición a uno mismo y de la redención a través del amor. Una novela que en el fondo no deja de ser, como el propio autor confiesa, un cuento de hadas moderno, con un príncipe, una princesa, un hombre sabio, un gigante y un malo muy malo. Una novela en clave humorística que nos enseña a entendernos mejor, a entender el mundo mejor, y en la que sobresalen algunos momentos antológicos, como la farra que se corre Ricardo con sus dos nuevos amigos del extrarradio, Fidelio y Juanmi, ó el impresionante diálogo –casi teatral- entre padre e hijo sobre valores, amor y prostitución. El Woody Allen español sigue creciendo como escritor.

Enrique Martín

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