Su gran canción, la que le hizo famoso tantos años atrás, le habÃa quedado terriblemente mal. Aunque los aplausos rituales pudieran despistar, todos lo sabÃan. ¿Qué habÃa ocurrido? ¿Era culpa de los nuevos arreglos, que no le pegaban en absoluto? ¿Era culpa de ese bajista de dibujos preciosistas? ¿SerÃa acaso la voz de la corista?
Si todo lo que le rodeaba era de más calidad, si él mismo tocaba y cantaba mucho mejor que el remoto dÃa en que la compuso, ¿dónde estaba el error?
Nunca lo comprenderÃa pero la que se habÃa rebelado, la que estaba indignada por el maltrato sufrido, la que se estaba vengando sin compasión, era la propia canción.
Roberto Moso
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