Castillo Suárez, poemas depurados, soledad y abandono

Tras publicar poemarios como Souvenir, Bala hutsak o Spam poemak, la escritora de Altsasu nos brinda ahora Urtebetetze festa (ELKAR), un libro adscrito al género poético aunque camuflado bajo estructuras formales cercanas a la disquisición en prosa, a las entradas de los diarios, o a los aforismos, y que a menudo se cierran con luminosas últimas frases. Además de la apariencia estrictamente narrativa de estos textos, Castillo Suárez renuncia, deliberadamente diría yo, al uso de recursos estilísticos propios del género. Sin embargo, la lírica se impone en estos poemas depurados en los que los elementos simbólicos están muy escogidos y las imágenes poseen transmisión y belleza.LIBRO.Urtebetetze festa

A pesar de que el título Urtebetetze festa nos remita a momentos de celebración, el tono del poemario es más bien triste. La soledad y más en concreto el abandono son las principales ideas que lo articulan. Con un tono intimista, Castillo Suárez demuestra que posee la habilidad de conseguir la empatía del lector, de darle fuerza y singularidad a unas emociones que no dejan de ser comunes. “Nire haurtzaroa orube abandonatua da. Hori eta armairu batean ahaztutako arropa. Jaiotetxea eraitsi zidatenean leihoak gorde nituen lehenik. Nire bigarren egitekoa besteen bitartez bizitzen ikastea izan zen”, dice un ilustrativo poema.

En este libro los personajes, que viajan apesadumbrados en los Cercanías, ven la Teletienda en las madrugadas, sienten ganas de llorar mientras esperan en la cola del supermercado, aguardan suspensos al borde de las piscinas o se sienten intimidados por las mujeres altas…, todos ellos se mezclan, digámoslo, con nosotros.

Castillo Suárez demuestra en este texto que sabe leer nuestros tiempos y trasladar emociones. También que permanece atenta a lo que hacen otras poetas de su generación como Leire Bilbao e Iratxe Kamio, a quienes dedica este libro,  o como la gallega Yolanda Castaños o la andaluza Elena Medel.

En definitiva, podríamos concluir que Castillo Suárez construye, quizá sin pretenderlo, una poco ruidosa fiesta de la lectura.

Txani Rodríguez

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