El comictario de hoy es el pago de una deuda pendiente, una cuestión de justicia para un autor, José Luis Zaragoza, alias “Zar“, que se marchó de este mundo hace algo más de un año y cuya primera novela gráfica fue también su obra póstuma. Peret que buscaba a la muerte es el tÃtulo de un cómic inacabado, una historia que Zar dibujó durante más de cuatro años, aprovechando los momentos de inspiración…, y las pausas de un trabajo, la dirección de un restaurante, que consumÃa casi todo su tiempo.
Los responsables de la editorial Diábolo, fascinados por las páginas que les habÃa enseñado en una carpeta, aceptaron que José Luis Zaragoza iba a ser muy lento, pero que el resultado final iba a compensar la espera. Y de esta forma fueron pasando los años, uno, dos, tres… hasta cuatro, con llamadas de teléfono, correos electrónicos y promesas de que esta vez sÃ, iba a terminar el cómic. Sin embargo, ocurrió una terrible paradoja: el 24 de diciembre de 2011, la muerte encontró a Zar y se lo llevó.
La historia quedó inacabada. El autor no pudo finalizarla. Pero dejó páginas tan bellas y un concepto tan claro de lo que querÃa contar, que su familia, sus amigos y la propia editorial, decidieron que el cómic tenÃa que ver la luz. Meses de recopilación de los dibujos de Zar, esbozos incluidos, dieron lugar, en noviembre del año pasado, a la publicación de Peret que buscaba a la Muerte, un álbum maravilloso en el que un niño de corta edad, Peret, se lanza a los caminos en busca de la Muerte para pedirle que le devuelva a su padre fallecido. En su viaje, Peret llega a una aldea de pescadores, el lugar donde, según un ermitaño, “tierra y mar se unen y donde encontrarás gentes que la desafÃan cada dÃa“.
Y el trayecto de Peret le lleva al mar, a las olas, al rugido de una terrible tormenta que hunde barcos y siega vidas… Y en ese momento crucial, la muerte se lleva al dibujante. Zar nos abandona sin poder terminar su obra, pero sus esbozos nos permiten imaginar el final de la búsqueda de Peret. Y al llegar a la última página, la lágrima que nos cae por la mejilla nos hace comprender que este cómic es un arma… Un arma de emoción masiva que tenemos que nos explota en el corazón. Os recomiendo que no os la perdáis.
Iñaki Calvo