Lecturas de fin de semana. Julie Otsuka y la odisea de sus antepasados

Estados Unidos es un país de exterminio y acogida. Exterminio porque eliminó prácticamente a su población original, las naciones indias; y de acogida porque se ha conformado con oleadas de inmigrantes de medio mundo. Algunas de estas oleadas son muy conocidas, la literatura y el cine las han hecho populares. Ahí están, sobre todo la oleada de los ingleses originarios, a la que siguieron la de los irlandeses, y a las que se unieron más tarde la de ciudadanos procedentes de toda la vieja Europa cuando ésta se vio asolada por las guerra, los pogromos y el hambre. Más tarde aparecieron los latinos, mejicanos sobre todo, que buscaban como los anteriores la nueva Arcadia. Y a finales del siglo XIX y principios del XX comenzaron a llegar los asiáticos. Primero los chinos para trabajar en el ferrocarril que unió las dos costas de Estados Unidos y después los japoneses contratados para trabajar en los campos californianos.LIBRO.Buda en el ático

Esta extraordinaria novela coral narra la vida de las mujeres japonesas que fueron a reunirse a través de matrimonios concertados con hombres nipones, a los que no conocían, en un país lejano y culturalmente muy diferente al suyo. La escritora estadounidense Julie Otsuka, descendiente de aquellas mujeres y aquellos hombres, nos acerca aquella odisea. Utilizando un NOS aglutinador, nos cuenta como fue el duro viaje en barco, de dónde venían, qué familias dejaron atrás, qué miedos les atenazaban. Nos cuenta como fue el primer encuentro con aquello hombres rudos, que las desvirgaron en la primera noche, que las llevaron a pensiones para japoneses, a hoteles para japoneses, a sucias habitaciones de pensiones para japoneses, a los tristes barracones donde vivían. Nos cuenta cómo fue su encuentro con esos blancos gigantescos que las explotaron junto a sus maridos, cultivando sus campos, limpiando sus casas, cuidando a sus hijos y ancianos, siendo utilizadas sexualmente… hasta que reunían el suficiente dinero para comprarse un terreno, para pagar una habitación decente, para crear un barrio japonés. Nos cuenta cómo llegaron los bebés, que nacieron en los campos, que nacieron sin ayuda, que nacían muertos y vivos, que eran deseados, que eran demasiados, que eran americanos. Nos cuenta como sus hijos fueron creciendo, olvidando las viejas tradiciones, avergonzándose de sus padres, prosperando, convirtiéndose en médicos, abogados, propietarios… aunque siguieran sin ser aceptados por la piel. Y cuenta cómo Japón bombardeó Pearl Harbour y los estadounidenses entraron en la II Guerra Mundial y cómo de golpe y porrazo los japoneses americanos se convirtieron en potenciales espías, en sospechosos, en enemigos de la nueva patria, de la única patria en el caso de las nuevas generaciones. Y cuenta cómo fueron obligados a abandonar la costa oeste, y a dejar todas sus posesiones, y cómo fueron obligados a subir a camiones y a trenes que los trasladaron a campos de internamiento en el Medio Oeste: una ignominia más, poco conocida, en la historia contemporánea de los Estados Unidos. Y cómo desapareció prácticamente su rastro del hogar de acogida. Y como los blancos echaron en falta sus buenos modales, sus palabras amables, sus jarrones y sus flores, sus cuidados y atenciones…

Una dura y hermosa novela, narrada con una gran economía de medios, con las palabras justas, palabras que a veces son duras, a veces poéticas, pero que iluminan una parte de la Historia para que no se pierda, para que no se diga aquello de que “nosotros los americanos –estadounidenses- no tuvimos campos de concentración”. Julie Otsuka ganó con este libro el prestigioso Premio PEN/Faulkner. Ojalá que se publican más libros suyos.

Enrique Martín

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