El Agujero Negro. Objetivos

Se miró en su espejo mañanero y repasó los detalles. Mirada bondadosa, sonrisa tierna, una indumentaria prudentemente elegante pero sin ostentar. Unas manos cálidas preparadas para el apretón caluroso. Se despidió de sí mismo con un guiño y recordó de nuevo la máxima, que aprendió en aquella obra de teatro: no se demandan buenas personas que quieren simular ser malos, sino canallas que no lo parezcan.

Roberto Moso

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